sábado, 25 de agosto de 2012

armisticio franco-aleman

El Führer ha llegado al emplazamiento histórico del Bosque de Compiègne. El humillante monumento recordatorio de los días fatídicos de 1918 todavía está ahí con la inscripción:“Aquí, el 11 de noviembre de 1918, el orgullo criminal del Imperio Alemán fue derrotado, extinguido por los pueblos libres que pretendía esclavizar.”

El lugar donde Francia se jactó de su traición al Reich en 1918, escenario del armisticio de 1940.

Otro monumento representando un águila sin vida como símbolo de la derrotada Alemania de 1918, ha sido cuidadosamente camuflado detrás de una bandera con la esvástica del Tercer Reich.


Saliendo de su coche junto con Göring, Raeder, Brauchitsch, Keitel, Ribbentrop y Hess, el Führer ha contemplado brevemente el primer monumento y el claro circular en el que se ha emplazado el famoso vagón.

El Führer y la comitiva alemana pasan por delante del documento del águila, cuidadosamente oculta detrás de la bandera alemana.

Juntos, los hombres han entrado en el vagón y tomado asiento. La delegación francesa, formada por el General Huntziger, miembro del Consejo de Guerra Supremo francés, el General de la Fuerza Aérea Bergeret French War Council; el Vicealmirante LeLuc y el Embajador Noel ha hecho acto de presencia a continuación. A medida que los delegados franceses han ido entrando, la comitiva alemana se ha levantado para saludarles con un silencioso movimiento de cabeza. De nuevo en silencio, los caballeros se han sentado. Entonces Keitel ha tomado la palabra y leído el preámbulo a las condiciones del Führer para un armisticio.

Keitel lee a la delegación francesa el preámbulo a las condiciones del armisticio.

Confiando en las afirmaciones enviadas al Reich alemán por el Presidente norteamericano Wilson y refrendadas por las potencias aliadas, el Ejército alemán depuso sus armas en noviembre de 1918. A consecuencia de ello la guerra llegó a un final que ni el pueblo alemán ni su Gobierno habían deseado – una guerra en la que, a pesar de una superioridad numérica apabullante, sus enemigos no habían conseguido derrotar decisivamente al Ejército alemán, marina y fuerzas aéreas.


Con la misma llegada de la delegación de armisticio alemana comenzó el incumplimiento de la promesa dada solemnemente. También, el 11 de noviembre de 1918, comenzó una época de padecimientos para el pueblo alemán. De ahí en adelante, todo lo que podía hacerse a un pueblo en términos de degradación y humillación, de sufrimiento humano y material, fue hecho. Las promesas rotas y el perjurio alzaron sus grotescas cabezas contra un pueblo que después de cuatro años de resistencia heroica había sucumbido a una sola debilidad: creer en las promesas de los hombres de estado democráticos.


Fotografía histórica tomada en el mismo lugar del armisticio de 1918. En primer plano, el mariscal Foch.

El 3 de septiembre de 1939 –veinticinco años después del comienzo de la Guerra Mundial- Gran Bretaña y Francia una vez más declararon la guerra sobre Alemania sin motivo. Ahora las armas han decidido. Francia ha sido derrotada. El Gobierno francés ha pedido al gobierno del Reich que le presente los términos para un armisticio.


Cuando se eligió el histórico bosque de Compiègne para la presentación de estos términos, se pretendió hacerlo de modo que este acto de justicia borrara de una vez por todas un recuerdo infausto que no añade ninguna página de gloria a la Historia de Francia y que el pueblo alemán siente como la mayor desgracia de todos los tiempos. Francia, a pesar de heroica resistencia, ha sido derrotada en una serie de batallas sangrientas y ha sucumbido. Alemania no pretende, con un adversario tan valeroso, llevar con desdén las negociaciones de armisticio.


El objetivo de las exigencias alemanas son:
1. Evitar que los combates puedan ser reanudados.
2. Proporcionar a Alemania la seguridad necesaria para la continuación de la guerra que se le ha impuesto contra Gran Bretaña, así como
3. Asentar los prerrequisitos de una nueva paz, cuya característica esencial será la expiación de la injusticia que se impuso al Reich alemán.

El Führer charla con los altos oficiales de la Wehrmacht al bajar del vagón.
Después de la lectura que se ha prolongado durante aproximadamente diez minutos, el Führer y sus acompañantes han abandonado el vagón. Sólo Keitel ha quedado atrás para explicar más a fondo los puntos del acuerdo de armisticio. Fuera, el Führer ha pasado revista a la guardia de honor, mientras una orquesta tocaba los himnos Deutschlandlied y Horst-Wessel-Lied. Después, el Führer se ha marchado.



Pase de revista a la guardia de honor.

El acto de hoy ha borrado definitivamente la injusticia perpetrada contra el honor militar alemán. La dignidad del comportamiento hacia un adversario derrotado honorablemente en los campos de batalla se ha alzado en chocante contraste con el odio eterno mostrado en los monumentos erigidos en este lugar con los que el revanchismo francés menospreció al invicto Ejército alemán.


Por ello, el Führer ha emitido la siguiente orden al regresar a sus Cuarteles Generales:



El Führer y su comitiva observa al monumento al Mariscal Foch, el único que será conservado.

1. El vagón histórico, la piedra memorial y el monumento que conmemoran el triunfo francés, serán traídos a Berlín.
2. Las vías y piedras de ambos trenes serán destruidas.
3. El monumento dedicado al Mariscal Foch se mantendrá en su sitio.El armisticio germano-francés ha sido firmado al fin en el Bosque de Compiègne. Por parte alemana, el firmante ha sido el Jefe del Estado Mayor de la Wehrmacht Coronel General Keitel, como representante especial autorizado del Führer y Comandante Supremo de la Wehrmacht y, por parte francesa, el representante autorizado por el Gobierno francés, General Huntzinger.



Momento de la firma.


El cese de hostilidades no ha sido establecido, sino que tendrá lugar seis horas después de que el Gobierno italiano haya informado al Estad Mayor alemán de la Wehrmacht de que el armisticio italo-francés ha sido acordado. De momento, los contenidos del armisticio no pueden ser revelados al público, pero los veinticuatro puntos del documento sí que están disponibles para nuestros lectores (en el primer enlace del post), acérrimos y fanáticos seguidores de nuestra causa a los que podemos confiar esta información sin el menor género de duda.


Los términos son menos duros de lo que Francia había esperado. Alemania ocupará el 60% de la Francia metropolitana, pero un Gobierno francés se responsabilizará de la zona no ocupada y se le permitirá mantener una pequeña fuerza armada para el mantenimiento del orden. Sin embargo, todos los buques de guerra deben ser llamados de vuelta a Francia y mantenidos bajo supervisión alemana o italiana.



Francia ocupada y Francia libre según los términos del armisticio germano-francés.


A pesar de la magnanimidad alemana, ha sido un duro trago para los franceses. Por ejemplo, todos los refugiados anti-alemanes deben ser entregados a las autoridades alemanea, cualquier ciudadano francés que sea sorprendido luchando por Alemania deberá ser disparado al instante y todos los prisioneros de guerra franceses permanecerán en campos alemanes.
El Führer visita París 

El Führer ha realizado hoy una visita turística a París acompañado por tres artistas e intelectuales, grandes amigos suyos: los arquitectos Albert Speer y Hermann Giesler y el escultor Arno Breker. El arquitecto Albert Speer ha escrito la siguiente crónica sobre la histórica visita:



Itinerario de la visita del Führer.


Aterrizamos en el aeropuerto de Le Bourget. Era temprano por la mañana, aproximadamente las cinco y media. Tres grandes Mercedes estaban esperando. El Führer, como de costumbre, se sentó en el asiento delantero al lado del coger. Broker y yo en los asientos inmediatamente detrás de él, mientras Giessler y los adjuntos ocuparon los asientos traseros. A los artistas se nos habían proporcionado uniformes grises de campaña de modo que encajásemos dentro del marco militar. Conducimos a través de los extensos suburbios directamente a la Ópera, el gran edificio neobarroco de Charles Garnier… era el favorito del Führer y lo primero que deseaba ver. El Coronel Speidel, asignado por la Autoridad de Ocupación alemana, nos esperaba a la entrada.



La gran escalera de la Ópera de París.


La gran escalera, famosa por su amplitud, notoria por su ornamentación excesiva, el resplandeciente vestíbulo, el elegante, dorado patio de butacas, fueron cuidadosamente inspeccionados. Todas las luces refulgían como si fuera una noche de gala. El Führer dirigía la comitiva. Un encargado de pelo cano acompañaba a nuestro pequeño grupo a través del edificio desértico. El Führer había estudiado los planos del teatro de ópera de París con gran cuidado. Cerca de la cabina del proscenio echó en falta un salón, lo señaló, y resultó ser cierto. El encargado dijo que esta habitación había sido eliminada durante el proceso de renovación hace muchos años.



El Führer en el Teatro de la Ópera.


Parecía fascinado por la Ópera, entrando en éxtasis sobre su belleza, sus ojos brillando con una excitación que me sorprendieron. El encargado, por supuesto, había reconocido de inmediato a la persona a la que estaba guiando por el edificio. Muy profesionalmente, pero con cierta distancia, nos mostró todas las estancias. Cuando al final estábamos preparándonos para abandonar el edificio, el Führer murmuró algo a su adjunto, Brückner, que cogió un billete de cincuenta marcos de su cartera y se lo ofreció al encargado. Con educación, pero firme, el hombre rechazó el dinero. El Führer insistió, pero el hombre siguió sin querer aceptar el billete. Sólo había hecho su deber, respondió.



El Führer atraviesa los Campos Eliseos.


Después condujimos a través de la Madeleine, por los Campso Eliseos, al Trocaderp, y entonces a la Torre Eiffel, donde el Führer ordenó otra parada. Desde el Arco de Triunfo con su tumba del Soldado Desconocido condujimos a Les Invalides, donde el Führer estuvo de pie largo tiempo ante la tumba de Napoleón. Finalmente, el Führer inspeccionó el Panteón, cuyas proporciones le impresionaron. Por otro lado no mostró especial interés en alguna de las obras arquitectónicas más hermosas de París: la Plaza de los Vosgos, el Louvre, el Palacio de Justicia y SainteChapelle, seguramente por falta de tiempo.



El Führer y el Emperador se encuentran.


El final de la visita fue la romántica pero insípida imitación de las iglesias medievales con cúpula: la iglesia de Sacre Coeur en Montmartre. Aquí el Führer estuvo largo tiempo rodeado por varios hombres corpulentos de su escolta, mientras muchos feligreses le reconocían pero ignoraban. Después de un último vistazo a París condujimos con rapidez de vuelta al aeropuerto. Para las 9 de la mañana la visita turística había terminado. “Era el sueño de mi vida poder ver París. No puedo expresar lo contento que estoy de haber podido cumplir ese sueño hoy.” Durante un momento sentí un poco de pena por él: tres horas en París, la primera y única vez que había podido ver la ciudad, le proporcionó felicidad en un momento en que se encontraba en la cumbre de su éxito.



En Montmartre.


Durante el curso de la visita el Führer comentó la posibilidad de celebrar un desfile de la victoria en París. Pero después de discutir el asunto con sus adjuntos y el Coronel Speidel, decidió no hacerlo. Su razón oficial para cancelar el desfile era el peligro de ser perturbado por ataques aéreos ingleses. Pero más tarde dijo: “No estoy de humor para un desfile de la victoria. Todavía no estamos en el final.”


Por la tarde me recibió una vez más en la pequeña sala de la casa campesina. Estaba sentado solo a la mesa. Sin más me dijo: “Redacte un decreto en mi nombre ordenando la reanudación a gran escala de los trabajos en los edificios de Berlín… ¿No era hermosa París? Pero Berlín debe ser hecho mucho más hermoso. En el pasado a menudo consideré si no tendríamos que destruir París. Pero, cuando hayamos terminado con Berlín, París, será sólo una sombra. Así que, ¿por qué deberíamos destruirlo?”      
Concluye la Batalla de Francia -A las 13:35 horas, cuatro cornetas de la 1ª compañía del SS Leibstandarte Adolf Hitleranuncian por radio, desde el cuartel general del Führer en Brûly le Péche, el alto en fuego en Francia.



Soldados del SS Leibstandarte Adolf Hitler.

¡Pueblo alemán!


En apenas seis semanas de lucha heroica, tus soldados han concluido la guerra en el Oeste contra un valiente enemigo. Su hazaña entrará en el libro de la historia como la más gloriosa victoria de todos los tiempos. Con fervor, agradecemos al Señor Todopoderoso por Sus Bendiciones. Ordeno que las banderas sean izadas por todo el Reich durante diez días y que las campañas tañen durante siete días.


Adolf Hitler.



Situación de los combates en el momento del alto el fuego.


Las tropas francesas han perdido 92.000 soldados muertos más unos 200.000 heridos, sus aliados británicos 68.000 infantes en combate y más de 1.500 tripulantes de la RAF. Los alemanes tienen 27.000 muertos y 111.000 heridos. Durante la Fall Gelb, la Fall Rot y la Fall Braun los germanos han apresado cerca de 1.900.000 soldados aliados, de ellos 1.500.000 franceses.


Desde el inicio de la invasión de la Wehrmacht hasta hoy, la Luftwaffe ha destruido tres fuerzas aéreas enemigas tras perder unos 1.420 aparatos y otros 480 dañados; en total más del 33% de sus aviones. La Armée de l'Air francesa ha perdido casi todos sus aviones: en total unos 1.270 aparatos han sido destruidos. La RAF ha perdido 959 aviones, de ellos 477 cazas.



Con nuestras banderas está la victoria.


La Royal Navy ha podido evacuar 215.000 soldados aliados a Gran Bretaña; de ellos 144.100 británicos y canadienses, 41.200 franceses, 24.300 polacos, 4.900 checos y algunos belgas. Los canadienses destruyeron unos 210 de sus vehículos para evitar que fuesen capturados. La operación concluye hoy con el accidental choque del destructor canadiense Fraser con el británico Calcutta cerca de Saint Jean de Luz, muriendo 60 tripulantes. En Gran Bretaña, los infantes que han desembarcado están siendo alojados en improvisados campamentos.
Viaje nostálgico del Führer 

Hitler abandona el cuartel general de Brûly de Péche, que comienza a ser desmantelado mientras su personal retorna a Berlín, e inicia una visita a los campos de batalla de Flandes donde participó como soldado en la Guerra Mundial de 1914, en compañía de sus antiguos camaradas Schaub, Max Amann y Ernst Schmidt, con los que compartió duras jornadas de combate en las trincheras.



El Führer (a la derecha) se reencuentra con su pasado.

En primer lugar han visitado Fournes en Weppes, donde el Führer estuvo destinado durante la Gran Guerra durante muchos meses.



Fotografía del Führer (a la derecha, sentado) con sus camaradas hace 25 años en el jardín del edificio del regimiento.



Fotografía del Führer hoy en el mismo lugar.


Otro edificio de Fournes que el Führer ha visitado hoy y que solía frecuentar en 1916 es la carnicería. Lejanos quedan ya los tiempos en que el Führer no podía llevar su dieta vegetariana debido a las restricciones de la guerra. En el local se ha colocado una placa que dice: “En este lugar estuvo en 1916 nuestro Führer Adolf Hitler como soldado del Regimiento de Infantería Bávara List”.



El Führer ante la carnicería.



La antigua carnicería, con la placa conmemorativa y custodiada por guardias.

La siguiente parada de su recorrido ha sido Fromelles, donde el Führer ha visitado en primer lugar una antigua granja en la que se alojó.



Paseando por Fromelles.


Después, a las afueras de Fromelles, el Führer y sus antiguos camaradas ha visitado un búnker que ocuparon y en el que combatieron.



El Führer con Schmidt y Amman en el antiguo campo de batalla.


En definitiva, un bonito día de recuerdos para unas jornadas victoriosas.

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