domingo, 26 de agosto de 2012

Gebirgsjäger ..el sudor ahorra sangre





Desde el momento en que los refuerzos y suministros han continuado aterrizando indemnes en el aeródromo de Maleme, el destino de Creta ha quedado sellado. Hora a hora y día tras día, la 5ª División de Montaña (Gebirgsjäger) al completo se ha ido desplegando en territorio cretense y, además, los Fallschirmjäger han podido contar finalmente con armas pesadas y suministros de todo tipo de los que habían tenido que prescindir durante los primeros días de compaña.













Una secuencia de fotografías ilustrando el viaje desde Grecia de las tropas Gebirgsjäger desde la cola que han formado en el aeródromo, su subida al avión, el vuelo y, nada más llegar a Creta, manejando uno de sus cañones.
El 22 de mayo, el General Julius Ringel, Comandante de la 5ª División de Montaña, asumió el mando de todas las fuerzas alemanas en la cabeza aérea de Maleme. Su primera tarea consistió en establecer contacto con las fuerzas alemanas en el sector de Canea y despejar la mitad occidental de la isla de tropas enemigas. Para este propósito sus tropas Gebirgsjäger han empleado la misma táctica que tan buen resultado les dio en Grecia durante las operaciones en el Monte Olimpo y en las Termópilas. A través de rutas por las que ni siquiera discurren senderos y por encima de alturas que se consideraban insalvables, las tropas de montaña, cargando sobre sus hombros todo lo que les hace falta para combatir y abastecerse, se han abierto camino y a continuación atacado a sus enemigos por los flancos o la retaguardia en aquellos lugares donde menos se les esperaba.



El abrupto terreno de Creta.


Las tropas Gebirgsjäger se abren paso en cualquier situación.


Muchos de ellos sin mulas (no han podido transportar las suyas a bordo de los Junkers Ju 52 y en Creta no abundan), han tenido que transportar a mano sus armas pesadas y municiones a través del terreno escarpado. A lo largo de toda su campaña, los Gebirgsjäger han sido fieles al lema acuñado por Rommel: “el sudor ahorra sangre.” En sus pesados uniforme preparados para las condiciones del combate en la montaña, los Gebirsjäger han tenido que soportar un día tras otro de un calor abrasador, con temperaturas de hasta 40 grados centígrados y una noche tras otra en las que el aire de la montaña a altitudes de más de 2.000 metros era tan gélido que apenas les dejaba dormir.



Cansados pero satisfechos, los soldados Gebirsjäger y Fallschirmjäger posan juntos tras haber conseguido la victoria en Canea.

Así, el día de ayer las tropas de montaña alemanas flanquearon las posiciones británicas al este de Maleme y hoy, para sorpresa y horror de sus enemigos, que han visto rebasadas sus líneas defensivas principales, han entrado en Canea, la capital de Creta, y ocupado la Bahía de Suda después de una accidentada marcha a través de las montañas. En este punto, bandas armadas de cretenses se han distinguido por actos de extrema crueldad, torturando y mutilando a soldados alemanes heridos y hasta muertos. Nos imaginamos que la propaganda dará poca publicidad a estos crímenes.



El avance sobre Kastelli.



Fallschirmjäger bajo custodia británica. No tardarán en obtener la liberación por sus propios medios.

Capítulo aparte merece la conquista de la plaza de Kastelli por parte del 95ª Batallón de Montaña, que el pasado 24 de mayo alcanzó las inmediaciones de la localidad situada al oeste de Maleme. Antes del ataque principal, la Luftwaffe lanzó un fuerte ataque aéreo contras las posiciones Aliadas. La confusión que generaron las bombas alemanas permitieron huir de su reclusión a muchos Fallschirmjäger que habían sido capturados el 20 de mayo, el primer día de la Operación Merkur. Los paracaidistas recién liberados atacaron a sus antiguos captores y capturaron a varios oficiales neozelandeses que estaban al mando del 1º Regimiento Griego. Tras esto, los Gebirsgjäger desataron su ofensiva. Las fuerzas griegas, atacadas desde fuera y desde dentro, con sólo 600 rifles y algunos pocos millares de balas disponibles para su fuerza de 1.000 soldados precariamente entrenados, fueron incapaces de rechazar el ataque alemán y Kastelli no tardó en caer en nuestras manos.

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