sábado, 25 de agosto de 2012

los heroes del Admiral Graf Spee

   Buenos Aires ha despedido al Kapitän zur See Hans Wilhelm Langsdorff con los honores que merece un héroe que ha sabido llevar y culminar una vida de epopeya.

La procesión del Funeral para el Kapitän zur See Hans Langsdorff. En la primera fila de izquierda a derecha están: el Korvettenkapitän Carl Klepp, el Fregattenkapitän Paul Ascher (mostrando las condecoraciones del finado) y el Korvettenkapitän Jürgen Wattenberg.

El ataúd del Kapitän zur See Hans W. Langsdorff en el Cementerio Alemán de Buenos Aires, flanqueado por los oficiales de mayor rango del Admiral Graf Spee.

Una corona de flores es depositada en el monumento a los caídos de la Gran Guerra junto a la tumba de Hans Langsdorff.

Marineros alemanes, civiles argentinos y británicos residentes: todos rinden homenaje al héroe.

La cruz que señala la tumba del heroico capitán. ¡Descanse en paz!
Héroe y caballero 
El Käpitan zur See Hans Langsdorff puso anoche fin a una vida de servicio y honor. Después de pasar la velada junto a su tripulación, Langsdorff regresó a su habitación en el Hotel Naval de Buenos Aires, encendió un cigarro puro, se sirvió una copa de güisqui escocés y escribió cartas de despedida a su mujer, a sus padres y el Embajador alemán. Después desplegó la bandera de guerra alemana, se tumbó sobre ella y se disparó un tiro en la cabeza.





El Käpitan zur See Hans Langsdorff preside el pasado día 15 el funeral de los marineros del Admiral Graf Spee perecidos en combate. Ahora ya se encuentra con ellos.
 
Las cartas a su mujer y padres las dejaremos para la intimidad de su orgullosa familia. Sí reproduciremos aquí, en cambio, la carta que Hans Langsdorff ha dirigido al Embajador alemán y que en sus líneas encierra un mensaje que en realidad nos atañe a todos los alemanes:

Su Excelencia,
Después de una larga lucha llegué a la grave decisión de destruir el Admiral Graf Spee para evitar que cayera en manos enemigas. Todavía estoy convencido de que dadas las circunstancias esta decisión era la única que quedaba una vez que había llevado a mi navío a la trampa de Montevideo dado que con la munición que nos quedaba, cualquier intento de abrirme camino luchando a aguas abiertas y profundas estaba destinado al fracaso y debido a que sólo en aguas profundas podía haber destruido el barco después de haber gastado la munición, evitando por tanto que mi buque cayese en manos del enemigo.
 
Antes que exponer mi navío a que después de una brava lucha cayera en parte o totalmente en menos enemigas, decidí no luchar sino destruir el equipo tecnológico y después al mismo buque. Para mí era claro que esta decisión podía ser manipulada consciente o inconscientemente por personas ignorantes de mis consideraciones personales. Por consiguiente, decidí desde el principio asumir las consecuencias de esta decisión. Para un capitán con sentido del honor, ni qué decir tiene que su destino personal no puede separarse del de su buque.
     
He pospuesto mi intención durante el tiempo que todavía he sostenido la responsabilidad de decisiones concernientes al destino de la tripulación bajo mi mando. Después de la decisión de hoy del gobierno argentino, no puedo hacer más por la tripulación de mi buque. Tampoco seré capaz de desempeñar ningún papel activo en la lucha que lleva a cabo mi país. Ahora sólo puedo probar mediante mi muerte que los oficiales del Tercer Reich están dispuestos a morir por el honor de la bandera.
 
Sólo yo tengo la responsabilidad de haber destruido el Admiral Graf Spee. Soy feliz de pagar con mi vida cualquier mácula sobre el honor de la bandera. Encararé mi destino con fe firme en la causa y en el futuro de la nación y de mi Führer. Escribo esta carta a Su Excelencia en la tranquilidad de la noche, después de una tranquila deliberación, de modo que pueda informar a mis oficiales superiores y para acallar los rumores públicos si esto fuera necesario.


Kapitän zur See Hans Langsdorff.

Guardia de honor alemana ante el ataúd de Hans Langsdorff.

                                                            
Como recordaremos, una de las primeras acciones de Langsdorff cuando entró en Montevideo fue liberar a los sesenta y dos tripulantes de los buques mercantes que había hundido durante su campaña. De nueve buques mercantes hundidos, ni uno solo de sus tripulantes murieron, rescatados uno a uno por el Admiral Graf Spee. Todos los liberados han hablado muy bien a los medios ingleses del tratamiento recibido y de Langsdorff, que hablaba un perfecto inglés y que les prestó libros en inglés para que pasaran el tiempo. El Capitán británico Dove del Africa Shell entabló una especial amistad con Langsdorff.



Nos ha dejado, por tanto, un modelo de conducta militar y civil. Ojalá nuestros enemigos sean capaces de librar la guerra con esta recto sentido del honor.
¡Adiós, Admiral Graf Spee! 



El crucero Admiral Graf Spee, justo antes de salir del puerto de Montevideo.


¡Adiós, Admiral Graf Spee! ¡Adiós a todos tus cañones, que tienen ya intención de velas para el largo y profundo viaje! ¡Adiós, barco casi humanizado por la gesta y el gesto, hundido por manos amigas para evitar el cautiverio!

Creo que no habrás sido, ¡oh, crucero que ya no cruzarás más el Océano en viajes victoriosos!, comprendido por las hijas de los millonarios que, ávidas de emociones han llegado hasta el lugar de tu inmolación en aviones pueriles y curiosos.


18:15: El Admiral Graf Spee zarpa del puerto de Montevideo. Las multitudes se agolpan a miles para presenciar el viaje final del bravo crucero.

El desencanto inglés debe ser muy grande a estas horas. Las fuerzas navales concentradas en la desembocadura del río de La Plata, los cañones enemigos, que en la noche atlántica se afilaban las uñas impacientes, se retiran ahora cuando tú, Admiral Graf Spee, duermes en el fabuloso cementerio marino, y se retiran sin poder llevar hasta la capital del Imperio el trofeo de una victoria fácil, de un triunfo espectacular, que la propaganda británica hubiera explotado durante mucho tiempo.




19:52: El canto del cisne. Se produce la detonación que pone punto y final a la victoriosa campaña del crucero.


Alemania sabía esto, como sabe que si el Uruguay no ha consentido que el crucero acorazado reparase en Montevideo por sus averías más allá de 72 horas, es por la profunda presión que ha ejercido Inglaterra. Pero lo que importa es que la jauría armada no ha podido cebarse en esta extraordinaria presa. Y lo que importa en este capítulo flotante de Historia es esa bella muerte de la nave germana, violada y hundida por su propio comandante.




Los restos en llamas del Admiral Graf Spee.

"Para poder vencer al enemigo tenemos que vencernos nosotros antes", ha dicho, quejándose de la frivolidad de su país, Paul Reynaud, Ministro de Hacienda de Francia, en una desesperada y patética alarma al pueblo. Así Alemania, día por día, da un ejemplo de saberse vencer para alcanzar la victoria. Y algunas veces, como ahora, el ejemplo tiene la belleza de este barco sacrificado.

Persecución, llegada a puerto y negociaciones diplomáticas .                                                          La persecución del Admiral Graf Spee tras la batalla del Río de La Plata se prolongó durante todo el día de ayer. Poco después de la medianoche de hoy, finalmente, el crucero ha echado el ancla en el puerto de Montevideo.

El Admiral Graf Spee en el puerto de Montevideo.

La situación no es sencilla, habida cuenta de lo confusa que resulta la legislación internacional aplicable en este caso y de las presiones que la diplomacia británica está ejerciendo.

Así, varios son los artículos de la Convención de la Hague en su capítulo XIII respecto a los derechos y deberes de las potencias neutrales en la guerra marítima. Por un lado, según el Artículo2 “…los buques de guerra beligerantes no pueden permanecer en los puertos, radas o aguas territoriales de la mencionada potencia durante más de veinticuatro horas…”, modificable por el Artículo 14 “Un buque de guerra beligerante no puede prolongar su estancia en un puerto neutral más allá del tiempo permitido excepto si alega daños…” También resulta relevante el Artículo 16 “Un buque de guerra beligerante no puede abandonar un puerto o rada neutral hasta veinticuatro horas después de la marcha de un buque mercante bajo la bandera de su adversario” dado que en el puerto de Montevideo se encuentran varios buques mercantes británicos y franceses.

Daños sufridos durante el combate. Apréciese el hidroavión de exploración calcinado.
Ojalá veamos pronto al Admiral Graf Spee surcar los mares y regresar sano, salvo y victorioso a la Madre Patria.                                                                 La batalla del Río de La Plata -.Hoy se ha producido un épico enfrentamiento en el estuario del río de la Plata entre nuestro crucero pesado Admiral Graf Spee y una fuerza superior británica compuesta por los cruceros HMS Exeter, HMS Ajax y HMS Achilles.
                     

El imponente Admiral Graf Spee.

Nuestro crucero pesado (acorazado de bolsillo, como la prensa británica ha denominado a los buques de su clase desde su concepción) ha estado asolando el tráfico mercante británico en el Atlántico Sur prácticamente desde el comienzo de la guerra. Debido a las altas pérdidas que estaba causando a dicho tráfico, hace unas semanas la Royal Navy destacó una serie de grupos de buque a modo de "partidas de caza" con el fin de dar captura al crucero alemán capitaneado por el bravo Kapitän zur See Hans Langsdorff.

Diagrama cronográfico del curso de la batalla.

Finalmente hoy, con las primeras luces de la mañana, uno de los grupos británicos ha avistado a nuestro buque. La batalla ha comenzado a las 6:15 de la mañana y se ha prolongado durante casi dos horas, al término de la cual nuestro buque ha resultado claramente victorioso, obligando a retirarse con graves daños al crucero pesado HMS Exeter y averiando a los otros dos cruceros.

HMS Achilles visto desde el HMS Ajax durante la batalla.


Por desgracia, a pesar de la victoria un impacto encajado por nuestro crucero durante el combate ha dañado el mecanismo de desalinización de agua (imprescindible para la depuración del combustible diésel) y le ha imposibilitado proseguir su crucero por el Atlántico o marchar hacia aguas amigas. Con combustible para dieciséis horas más de marcha, a nuestro buque tan sólo le ha quedado la opción de partir hacia el cercano puerto neutral de Montevideo, con la esperanza de poder efectuar ahí las pertinentes reparaciones.

El HMS Exeter, gravemente averiado.

El enemigo, derrotado y malparado, pero con poderosos refuerzos en camino, ha iniciado la persecución de nuestros héroes. Roguemos a Dios escuche a los justos en esta terrible hora.

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