lunes, 24 de agosto de 2015

La semilla de Kalergi sigue germinando.



La infame y miserable escoria de Richard Nikolaus Coudenhove-Kalergi en 1949.


Mucho antes que Hitler, Kalergi compartía la opinión del alto rendimiento de la raza blanca, especialmente de la subraza nórdica, pero, al contrario que Hitler, no aspiraba al fomento, conservación y fortalecimiento de la misma, sino a su destrucción. 

Siguiendo los estudios de Joseph Arthur de Gobineau, pensaba que al cruzar las razas, se eliminarían talentos y características admirables de cada una de ellas. A pesar de su valoración positiva de esta raza, creó el plan de su exterminio únicamente porque decía necesitar a mestizos fácilmente manipulables para cuando los judíos tomaran el poder. En la actualidad, encontramos otra palabra en los medios de comunicación americanos cuando se refieren a la colonización de Afganistán e Irak, otro de los muchos signos que prueban que la semilla de Kalergi sigue germinando.

En cuanto a la idea de Kalergi sobre el hombre cruzado consanguíneamente, encontramos grandes conocimientos sobre la evolución y la cría de razas que en algunos puntos concuerdan asombrosamente con las investigaciones de Darwin y las, en ese entonces no redactadas, teorías del Tercer Reich. 

También la ciencia moderna, impulsada sobre todo por Israel, que con el análisis del ADN puede distinguir a los judíos de sus primos, los árabes.


Prohibido defender a la raza blanca y sentir orgullo de pertenecer a ella.
La sociedad celebra la reinvidicación racial del indígena americano o la del negro, pero rechaza cualquier reivindicación racial de la gente blanca. Expresiones de defensa u orgullo a la pertenencia a un grupo étnico, cultural como el orgullo negro, o sector social determinado, el orgullo del mariconismo, por ejemplo, son bien aceptados por el común de la sociedad, pero cuando esta expresión es de orgullo blanco o la defensa de derechos civiles de los blancos, éstos últimos no son considerados bajo las mismas condiciones y se etiquetan siempre como racistas, que reivindican privilegios blancos o que derivan de un odio racial.


Defensores de los derechos de los blancos, como el Dr. David Duke, desmienten esto y afirman que todas las razas, culturas y grupos étnicos tienen derecho a sentir orgullo de lo que son, a identificarse libremente con su raza, así como a desarrollar su propia cultura por separado, que una raza no debe dominar a otra, y que ninguna raza es intrínsecamente superior a otra y que las diferencias raciales deben ser respetadas. 

Si bien se oponen enérgicamente al mestizaje porque éste destruye la identidad y esencia de un pueblo, se oponen también a lo que hoy se conoce como racismo, y se ve la separación de distintas razas como la mejor manera de lograr que los diferentes grupos raciales vivan en armonía unos con otros, acabado así con el racismo de manera efectiva. 

Afirman que su deseo de retirarse de la sociedad multirracial y separar por motivos de raza elimina la posibilidad de someter a otros grupos étnicos o ser sometidos por éstos, y por lo tanto el orgullo blanco no tiene ninguna relación con el supremacismo blanco, o con supuestos privilegios de los blancos.

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