lunes, 23 de junio de 2014

Por..George L. Rockwell

El amor no es "bueno" mientras el odio es "malo", es la patraña tan amada por los judíos, los liberales, los hippies, los maricas y los imbéciles, la naturaleza ha creado "razas" con las cuales ella puede experimentar y buscar siempre mejores productos, tal como lo hace el más sabio ser humano, insiste absolutamente en la pureza, la santidad, la INTEGRIDAD BIOLÓGICA de cada grupo, los hombres antiguos tenían sociedades saludables, el creciente control del hombre sobre la Naturaleza le permitió escapar de su ambiente natural, rodearse de artificialidades y lujos hasta que se hizo decadente y lleno de arrogante presunción, una presunción que hoy es llamada "liberalismo". Sólo regresando a la situación de vida más simple y más primitiva del irracional e incivilizado mundo animal, y observando los funcionamientos de los instintos dados a ellos, podemos conseguir un atisbo de las maravillas de lo que también se nos ha dado a nosotros y que hemos descartado.  Nuestra revolución debe estar basada firmemente en el ideal de destruír el poder ilegal de los tiranos, y de restaurar un orden social justo que esté basado en una autoridad firme que provenga directamente de nuestro pueblo y que sea concedida libremente a un líder, y eso, créalo o no, es precisamente lo que Adolf Hitler hizo por Alemania.  Para comprender esto no hay ninguna necesidad de los principios científicos de un vivir grupal exitoso entre aquellos en sociedades sanas donde los instintos naturales están intactos. Los animales, por ejemplo, tienen "sociedades" ordenadas y exitosas porque la Naturaleza da a cada criatura social todos los instintos que ellas necesitan para un exitosa vida en grupo.

Los lobos, las hormigas, las abejas y los monos, por ejemplo, tienen sociedades altamente organizadas y completamente saludables y ordenadas.


Pero la Naturaleza, como un granjero que cría vacas, puede mejorar la raza sólo fomentando la reproducción del mejor tipo, y eliminando los tipos más deficientes. La Naturaleza logra esta tarea con los instintos más poderosos que nos han sido dados: el AMOR a nuestro propia especie, y el ODIO a aquellos que son intrusos o "foráneos". Estos dos instintos son igualmente importantes: El amor no es "bueno" mientras el odio es "malo", que es la patraña tan amada por los judíos, los liberales, los hippies, los maricas y los imbéciles. ¿Vamos a dejarnos crecer las barbas, a amotinarnos en las calles y a empezar a gritar, agitando nuestras armas, arrojando bombas, o de otra manera a actuar según el estereotipo del "revolucionario"? ¡NO! Por supuesto que no. Nuestra revolución ha sido diseñada por nosotros.


Hitler inspiró, organizó y llevó a cabo una revolución relativamente pacífica, una revolución que arrebató menos vidas que la Revolución estadounidense, y un número insignificante de vidas comparado con cualquiera efectuada por los bolcheviques judíos. Puede haber un elemento de violencia, sí. Cuando usted es atacado por un asesino y se enfrenta con la opción de morir o matar, entonces la violencia es la única posibilidad. Y la civilización occidental está de hecho bajo el ataque de un enemigo que regularmente, como materia de su política, lleva a cabo asesinatos y masacres más cruelmente que cualquier otro grupo en la Historia.

De ese modo, debemos ser lo bastante violentos para poner fin a las matanzas del enemigo comunista y lo bastante crueles para quebrantar su poder. La autoridad ejercida por la mayoría de aquellos que están en el poder hoy es una pura tiranía, aunque se disfraza hipócritamente como una "democracia". Aquélla no es la autoridad benévola e inteligente para mantener el orden y la justicia establecida por los Padres Fundadores para el beneficio de los hombres Blancos.


Nuestra revolución debe estar basada firmemente en el ideal de destruír el poder ilegal de los tiranos, y de restaurar un orden social justo que esté basado en una autoridad firme que provenga directamente de nuestro pueblo y que sea concedida libremente a un líder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario