Cualquier debate sobre la diversidad y el multiculturalismo, rápidamente degenera en discusiones bizantinas acerca de si algo o alguien es racista, aquellos que van en contra de la ortodoxia prevaleciente son sistemáticamente purgados o marginados, y cuando hay elecciones nos presentan dos o tres opciones casi idénticas, todas fundadas en los mismos principios ideológicos. Todas con el mismo registro de fracasos, todas conformadas por políticos mediocres, todas plagadas de mentirosos conocidos, vendidos y oportunistas, ssí, la Izquierda ha falsificado sus propios valores, y mediante esta falsificación, la Izquierda ha convertido su sistema en algo impermeable a la razón.
Y sin embargo, aun con todo el mundo harto de ellos, incluso con alternativas genuinas disponibles, a los mismos dos o tres partidos se le entregan los votos para el poder, elección tras elección. Durante más de cien años, la gente como nosotros ha estado diciendo las mismas cosas, planteando los mismos argumentos, presentando montañas siempre crecientes de datos, y cada vez mayor cantidad de hechos que apoyan nuestra posición; y aun así, durante más de cien años, nuestro campo ha estado en retirada, disminuyendo en cantidad, perdiendo influencia, y siendo cada vez más marginal.
Europa vio varios movimientos de renacimiento durante la primera mitad del siglo XX. Pero ellos fueron derrotados política y militarmente. Gran parte del conocimiento que ellos produjeron fue ignorado, prohibido, calumniado o destruído. Una de ellas es que ciertas ideas perdieron legitimidad después de la última guerra mundial, incluso aunque aquellas ideas fueran mucho más grandes que cualquier movimiento político.
Otra razón es que la pérdida de legitimidad provocó una pérdida de acceso a recursos institucionales; se hizo más difícil para aquellas ideas parecer importantes.
Y aún otra razón fue que cuando los fanáticos de la igualdad ganaron influencia, ellos fueron capaces de usar todos los recursos institucionales del Estado para configurar de nuevo nuestro modo de mirar el mundo, la manera en que aprendemos sobre el mundo, y hasta cómo pensamos acerca del mundo.
Y ellos también desarrollaron de nuevo el sistema de status en nuestra sociedad, de modo que sus ideas fueron elevadas y entronizadas, y sus enemigos despreciados y vilipendiados; de manera que sus amigotes fueron promovidos y elogiados hasta los cielos, y sus enemigos degradados y condenados al ostracismo como enemigos de la sociedad civilizada.
Y mediante su control de las instituciones y el sistema de status, ellos fueron capaces de codificar sus valores e ideales, sus valores e ideas se convirtieron en un sistema de símbolos.
Y puesto que los símbolos tienen una resonancia emocional, porque ellos funcionan en el nivel pre-racional, en el nivel emocional e instintivo, los valores y los ideales de la Izquierda se convirtieron en algo que una persona sentía más bien que pensaba, no en algo sobre lo cual una persona pensara.
Si le pedimos a alguien que explique de qué manera los humanos son iguales, y si él es capaz de explicarlo en absoluto, conseguimos mantras, frases hechas, rumores y razonamientos circulares, pero ninguna verdadera explicación.
Solo oirás esto:
"Todos somos humanos. Todos tenemos sangre roja. Hay más variación genética entre individuos que entre razas"... Eso no es algo que una persona realmente piense, o que lo haya investigado de algún modo; es algo que él oye por casualidad, algo que él siente que es correcto, o que debería ser correcto, porque se siente bien, y se siente bien ser aceptado en la sociedad, y se siente bien ser visto como una persona buena.
Y cuando le decimos que él está equivocado, que los humanos no son iguales, y él protesta, no es porque él haya hecho alguna investigación —de hecho, él no quiere mirar la investigación—, no, a menos que sea conveniente; es porque él siente que aquello es moralmente incorrecto, o porque él teme la sanción social, la desaprobación, la vergüenza.
De este modo, aquellos en nuestro campo que han basado su estrategia para el cambio en la educación de nuestros conciudadanos, presentándoles los hechos y los argumentos, han estado en su mayoría confirmando las opiniones de las personas que ya están de acuerdo con nosotros.
Donde ha habido una conversión, muy probablemente ha sido debido a algún factor externo.
Los hechos y los argumentos no van al individuo. El individuo va hacia los hechos y los argumentos.
La razón de esto es que la gente es raramente persuadida por hechos y argumentos. Más bien ellos son impresionados por sus fuentes. En otras palabras, el mensaje es el mensajero; y el mensajero es el mensaje.
Por esto se dice que en una sociedad el grueso de los individuos sigue a quienquiera que esté a cargo. Incluso cuando aquellos responsables sean hostiles.
Ellos se sienten intimidados ante sus amos, no porque éstos sean razonables, sino porque son poderosos y autoritarios, porque controlan el universo de ellos, porque controlan el acceso al status y a los recursos, porque son peligrosos, o porque representan una idea que es seductora, que de alguna manera los inspira.
Y ellos probablemente no se opondrán a sus amos porque en lo profundo ellos quieren ser como aquéllos, ellos quieren estar entre aquéllos, ellos quieren tener lo que aquéllos tienen, o ellos quieren ser parte de aquella idea; ellos quieren estar con el equipo victorioso.
La única vez en que ellos se oponen a sus amos, o desechan la idea, es cuando éstos dejan de parecer imperiosos, cuando ya no hay una mística alrededor suyo, cuando sus amos comienzan a parecer débiles y patéticos y demasiado humanos, cuando parece que ellos pueden ser reemplazados; cuando algo más seductor está en oferta.
Pero la pregunta persiste: ¿cómo este movimiento hostil de anti-tradicionalismo proletario consiguió el dominio sobre nuestra civilización?.
¿Cómo este movimiento hostil ganó seguidores en primer lugar, no sólo entre la chusma que mantuvo una posición para ganar el máximo provecho de su odio a la aristocracia, sino también entre los más capaces y más inteligentes, los que podían perder más?... La mayor parte de la personas no tiene el tiempo o la energía para investigarla, para tratar de descubrir la verdad, para distinguir el hecho de la ficción, el conocimiento de la propaganda.
El resultado es que la mayoría elige los datos que halagan su vanidad, los que los hacen sentirse bien consigo mismos, los que los hacen sentirse parte de su comunidad elegida.
Y ellos rechazan los datos que parecen inconvenientes o embarazosos, o que provienen de una fuente con la cual ellos no pueden identificarse personalmente.
De esa manera, si nos vamos a involucrar en el proyecto más difícil que puede ser intentado en una sociedad, que es fundamentalmente cambiar la ideología dominante, derrocar el orden gobernante, tenemos que comenzar por aceptar a nuestros conciudadanos como ellos son, y no como nos gustarían que ellos fuesen.
En este caso, tenemos que aceptar que el individuo no está generalmente abierto a la persuasión. No, a menos que él ya esté buscando ser persuadido.
La mayoría quiere ser confirmada en sus creencias. Ellos no quieren que nosotros interrumpamos su mundo.
La gente, después de todo, preferirá seguir soñando a despertar; sus sueños son agradables y se sienten bien, mientras que la realidad es fea y se siente mal. Si debemos provocar un cambio de lealtad, desde un paradigma a otro, tenemos que pensar en términos de seducción e inspiración.
Como señalé antes, la gente está mucho más abierta a ser inspirada y seducida, que a ser persuadida por los hechos y la razón.
Por eso cuando una compañía trata de venderle chocolates a usted, ellos no le dicen cómo éstos cumplirán con sus requerimientos nutricionales diarios; ellos le dicen que éstos van a hacerle sentirse bien. No importa cómo, o por qué.
Pocos se preocupan por la química. Pocos quieren la experiencia desmitificada por hechos científicos concretos.
Esto no quiere decir que la razón, la realidad o los hechos no sean importantes, porque lo son. Pero ellos no son un método para cambiar la mente de una persona.
Ellos son un método para confirmar a una persona cuya mente ya está formada, y probablemente formada desde antes que la persona naciera.
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