domingo, 17 de agosto de 2014

Ernest Nolte, Ganador del Konrad Adenauer

El nacionalismo de derecha es puramente defensivo en el mundo de hoy.

Polémico premio a un historiador alemán que justifica el Holocausto,para Nolte, el antisemitismo de Hitler tenía un núcleo racional, l
e otorgaron una de las distinciones literarias más importantes de Alemania.

ROGER COHEN. The New York Times News Service.
La entrega de uno de los premios literarios más prestigiosos de Alemania a un historiador que justifica el Holocausto encendió una feroz disputa en Berlín en un momento de agitación intelectual conservadora en toda Europa.

El historiador Ernst Nolte sostuvo que el antisemitismo de Hitler tenía un "núcleo racional" y que el nazismo fue, en esencia, una réplica al bolcheviquismo. Nolte acaba de recibir el premio Konrad Adenauer de literatura, lo que causó mucho revuelo, llenó los diarios de insultos y dividió a una de las instituciones históricas más prominentes del país.

El premio, que antes recibieron, entre otros, el ex canciller Helmut Kohl, es otorgado por trabajos que contribuyan a un futuro mejor por la Deutschland Foundation de Munich. La organización es conservadora y próxima al ala derecha del partido democratacristiano, pero no era considerada reaccionaria o revisionista.

Al aceptar el premio, Nolte dijo: Deberíamos dejar atrás la idea de que lo opuesto a los objetivos nacionalsocialistas siempre es bueno y correcto. Y agregó que como el nazismo fue la más fuerte de todas las fuerzas contra el bolcheviquismo, un movimiento con un amplio respaldo judío, Hitler tal vez haya tenido motivos racionales para atacar a los judíos.

El momento en que se otorgó el premio fue particularmente delicado porque este es un período de fermento intelectual en Europa. El éxito del derechista austríaco Joerg Haider envalentonó a la derecha.

En Alemania y Francia es evidente una reacción conservadora contra lo que los franceses llaman la izquierda angelical, a la que acusan de apoyar una ola multicultural que hará desaparecer la nación-estado de Europa.

En este contexto, Nolte surgió como un iconoclasta con una atracción conservadora aparentemente creciente. A los pocos días de recibir el premio, fue muy aplaudido en una conferencia en París donde volvió a abordar su tesis sobre Hitler y los judíos.

La entrega del premio a Nolte fue una clara declaración política destinada a promover la idea de que no hay nada de malo en el nazismo a la luz de lo que algunos alemanes ahora llaman el Holocausto rojo en la Unión Soviética —dijo Charles Maier, historiador de Harvard—. Es perdonable en el contexto alemán. También es realmente escandaloso.

El malestar y la bronca que generó en Alemania la entrega del premio se vio acentuada por el hecho de que otro historiador prominente, Horst Moller, director del distinguido Instituto de Historia Contemporánea, aceptó pronunciar el discurso de felicitación a Nolte. Este instituto fue creado después de la guerra, con una clara misión educativa focalizada ampliamente en la investigación del nazismo.

En su discurso, Moller dijo no estar de acuerdo con todas las opiniones de Nolte, pero luego elogió el trabajo de alto rango de toda una vida e hizo un ataque vigoroso de los intentos difamatorios y llenos de odio que quieren interrumpir el debate abierto en Alemania.

La reacción fue abrumadora. Los diarios se llenaron de cartas de otros historiadores del instituto solicitando la renuncia de Moller. En una carta abierta a Die Zeit, Heinrich A. Winkler, profesor de historia en la Humboldt University en Berlín, dijo: Moller tomó partido por una ofensiva política intelectual destinada a integrar las posturas derechista y revisionista en la corriente conservadora.

Con el haiderismo cada vez más popular en la vecina Austria, en Alemania el terreno está fértil para un despertar intelectual nacionalista y de derecha, alimentado por el cansancio, y la furia, ante lo que se considerala victimización eterna de Alemania por el Holocausto y por la irritación ante el mensaje multicultural proveniente de un gobierno rojo y verde.

En su discurso, Nolte atacó a quienes están a favor de una transición imparable hacia la civilización mundial y denunció, con amargura, la continua acusación colectiva contra Alemania desde 1945.

El historiador, autor de libros como Las tres caras del nazismo y La guerra civil europea, es reconocido por sus argumentos sobre Hitler y Stalin desde los años 80. Pero nunca antes una institución de centroderecha como la Deutschland Foundation lo abrazó de una manera tan formal, dando a entender que, al menos la derecha del partido democratacristiano puede estar dispuesta a tolerar la idea de que los crímenes nazis no fueron los únicos y que se los individualizó injustamente.

Una intranquilidad intelectual similar es evidente en Francia. La hora de la duda, la hora de la mente crítica, es decir la hora del iluminismo ha terminado, escribió recientemente la periodista Elisabeth Levy en Le Monde, después de que sus artículos cuestionando los crímenes serbios en Kosovo fueron objeto de una catarata de críticas. Es una enfermedad de la izquierda, que se volvió loca.

Haider avanzó en Austria precisamente por cuestionar la tiranía intelectual de la izquierda. Si uno presume que a los derechistas se los está marginando en todas partes, se podría decir que un viento de la derecha es algo muy saludable —dijo Nolte—.

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