¿Hemos sido engañados acerca de qué sucedió realmente en los campos de concentración de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial?
Recientemente, Abby Martin, la anfitriona del programa Breaking the Set presentó dos segmentos sobre el tema de los nazis y el holocuento, un acontecimiento que ella describió como un genocidio horroroso que cambió para siempre al mundo.
Uno se pregunta por qué Martin —como sus compatriotas en el lobby de Hollywood dominado por los sionistas— pone en un status excepcional el holocuento cuando de hecho un número mucho mayor de no-judíos —particularmente alemanes, rusos y chinos— pereció durante la Segunda Guerra Mundial que incluso las mayores exageraciones de la sagrada Shoah.
¿Por qué los medios occidentales y la Academia pusieron tal importancia y foco en las muertes judías de la Segunda Guerra Mundial?. Las muertes judías ¿son más trágicas que las muertes no-judías?. Las vidas judías ¿tienen más valor que las de los no-judíos?. El sufrimiento judío ¿es mejor que el de pueblos no-judíos?. La disposición supremacista y racista de la eminencia judía en este aspecto debe ser necesariamente el punto de vista de aquellos que promueven el holocausto como un acontecimiento germinal en la Historia, elevándolo a unstatus de sacrosanto. Ya sea que lo comprendan o no, los comentaristas que promueven la primacía del sufrimiento judío están permitiendo la subyugación genocida continuada de los sionistas hacia los palestinos. La mayor parte de las personas, incluyendo a Martin, están cegadas por décadas de intensa propaganda sionista sobre el tema y no se animan a superar su lavado de cerebro. O ellos son sólo demasiado orgullosos para confesar que estaban equivocados. Si tal gente se tomara el tiempo y el esfuerzo para realizar un poco de investigación, ellos descubrirían rápidamente que millones de "víctimas del holocausto" han sido sacadas del total oficial de muertos. Durante 45 años, las historias estándares nos dijeron que cuatro millones de personas murieron en Auschwitz. Cuando la cortina de hierro comunista se desintegró en 1990, la cifra fue corregida a la baja a 1,5 millón, pero el verdadero total de muertos todavía permanece como un misterio. Algunos historiadores estiman que menos de 100.000 personas murieron en aquel campo, principalmente de enfermedad y hambre causada por el bombardeo Aliado. El total de muertes en otros principales campos alemanes de la misma manera ha sido considerablemente reducido por las fuentes oficiales. De los campos de Majdanek y Mauthausen se afirmó durante un tiempo que eran los lugares de descanso de 3,5 millones de judíos y otros. Las fuentes del establishment ahora sostienen que alrededor de 74.000 judíos murieron en aquellas dos instalaciones combinadas.
Deborah Lipstadt, una figura principal de la industria del "holocausto", señaló en una reseña de la biografía hecha por Tom Segev del famoso "cazador denazis" Simon Wiesenthal, que fue este último quien inventó la cifra de cinco millones de víctimas no-judías de Hitler a fin de estimular el interés por el "holocausto" entre los no-judíos. "Él eligió la cifra de cinco millones porque era casi, pero no completamente, tan grande como seis millones", escribe ella; pero dicha cantidad, según Lipstadt, "no tenía ninguna base en la realidad histórica". El campo alemán más infame, Auschwitz, es la Piedra Rosetta de la historia del "holocausto". El verdadero propósito del campo tiene poco parecido al cuadro pintado en las películas de Hollywood y los libros de Historia predominantes. Es un hecho irrefutable el que Auschwitz tenía instalaciones que uno nunca hubiera esperado encontrar en una auténtica "fábrica de la muerte", como una piscina, un campo de fútbol, un teatro, una biblioteca, una oficina de correo, un hospital, instalaciones dentales, cocinas, etcétera. Los presidiarios eran animados a participar en orquestas, producciones de teatro, partidos de fútbol y otras actividades culturales y de ocio.
"También teníamos una orquesta donde algunos de los músicos tocaban juntos", dijo un antiguo presidiario judío. Otra ex-interna notó algunas actividades culturales en Auschwitz: "Teníamos un piano. No sólo un simple piano sino que un piano de cola fue llevado al Bloque Uno", dijo ella. "Una vez que el nuevo bloque fue construído, la sala bajo la escalera fue asignada para el teatro. Yo tenía una mesa grande donde podía trabajar y desplegar todo el papel. Era muy pacífico y relajante", añadió ella. "Salía para recoger las hojas que serían usadas para hacer el té para el campo entero".
"A principios de aquellos días había una biblioteca donde la gente podía conseguir libros para leer", dijo un antiguo presidiario de Buchenwald. "Había periódicos que podíamos conseguir... y más tarde... las autoridades alemanas hicieron un cine en el campo de prisioneros". "Una vez que vine al campo principal nos permitían dos veces al mes escribir a casa", dijo él. Otros ex-presidiarios contaron recuerdos de partidos de fútbol en varios campos alemanes, incluyendo Auschwitz, Theresienstadt y Gross-Rosen. "Durante los fines de semana reuníamos un grupo de nosotros e hicimos un equipo de fútbol, jugamos al fútbol", dijo un antiguo interno. Otro explicó: "En 1944 teníamos juegos de fútbol. Lo organizamos muy bien. Cada nacionalidad organizaba un equipo... Oficiales alemanes SS incluso jugaban al fútbol con nosotros". En su artículo "Auschwitz: Myths and Facts" el historiador Mark Weber señaló que alrededor de 200.000 presidiarios fueron transferidos desde Auschwitz a otros campos, y 8.000 presos fueron encontrados vivos y bien cuando los soviéticos llegaron en Enero de 1945. Muchos de los auto-designados "sobrevivientes del holocausto" afirman haber sobrevivido al internamiento en múltiples "campos de exterminio", lo que tiene poco sentido. Weber también indicó que aproximadamente 1.500 presidiarios que habían cumplido sus penas fueron liberados de Auschwitz y volvieron a casa antes del final de la guerra. "Si Auschwitz realmente hubiera sido un centro de exterminio altamente secreto", observó Weber, "es difícil creer que las autoridades alemanas hubieran liberado a presidiarios que sabían lo que estaba ocurriendo allí".
En realidad, Auschwitz era un campamento de trabajo. "Arbeit Macht Frei"(El Trabajo Os Hará Libres) se lee en el signo sobre la puerta de entrada al campo. Los internos trabajaban en las fábricas cercanas para producir armamentos, caucho sintético y otros materiales para el esfuerzo de guerra alemán. No tiene ningún sentido práctico el por qué el gobierno alemán gastaría tanto tiempo y recursos para acabar con su propia mano de obra, sobre todo cuando ellos estaban luchando en una guerra en dos frentes contra enemigos formidables. No hace falta decir que los campos de trabajo son reprensibles, pero cuando se pone en el contexto, la práctica no era particularmente extraña. Los soviéticos establecieron una enorme red de campos de trabajo forzado (conocida como el Gulag) mucho antes de que los alemanes establecieran sus centros de trabajo durante la guerra; pero hay mucho menos crítica o condena a los soviéticos por esto, aunque sus campos fueran mucho más inhumanos que aquellos de sus homólogos alemanes. En los años '90 el investigador revisionista judío David Cole produjo una película donde él exploraba varias instalaciones en Auschwitz . Él fue llevado en el tour tradicional del campo e hizo al guía turístico algunas preguntas minuciosas. Una de sus preguntas se relacionaba con la presunta sala de la "cámara de gas" mostrada a los turistas en el campo principal de Auschwitz. Durante décadas los guías de Auschwitz habían estado diciendo a los ingenuos turistas que dicha sala era una "cámara de gas homicida" que estaba en su "estado original". Cole más tarde confirmó en una entrevista con el conservador más antiguo de Auschwitz, el doctor Franciszek Piper, que la sala no estaba en su estado original sino que era una reconstrucción hecha varios años después de la guerra por las autoridades comunistas polacas. Los historiadores revisionistas han sostenido durante mucho tiempo que dicha sala era una invención fraudulenta de los comunistas de la posguerra y que nunca había funcionado como una cámara de gas sino que era realmente un depósito de cadáveres que fue convertido más tarde en un refugio contra ataques aéreos.
Algunos de los problemas evidentes en la estructura incluyen: la chimenea, que era esencial para evacuar el gas, no está conectada al edificio; las sencillas puertas de madera en cada extremo de la sala no son herméticas; hay señales claras en las paredes y pisos que muestran dónde habían estado las paredes una vez y los servicios sanitarios; y agujeros múltiples habían sido toscamente hechos en el techo para dar el aspecto de aperturas para dejar caer bolitas del gas Zyklon B. La localización de la cámara era también prominente, situada extremadamente cerca del hospital y de otros edificios. El gas tóxico habría infectado el área entera, creando un desastre ambiental.
Las historias de gaseamientos conforman el mito fundacional del "holocausto", pero los expertos han desafiado estas afirmaciones. Los expertos sostienen que el gaseamiento es el método más ineficaz y peligroso para las ejecuciones. En 1988 el investigador Ernst Zundel encargó a un experto que examinara las salas en Auschwitz y Majdanek que se afirmaba que habían funcionado como cámaras de gas para matar cantidades masivas de personas. Fred Leuchter, un especialista que diseñaba equipos de ejecución incluyendo cámaras de gas para las prisiones estadounidenses, hizo un examen forense de esas instalaciones.
Al comienzo Leuchter creía totalmente la historia oficial sobre los gaseamientos, pero quedó prontamente asombrado por lo inverosímil que habría sido para esos cuartos haber funcionado como cámaras de gas para ejecuciones masivas. Él estaba desconcertado en cuanto a por qué los nacionalsocialistas habrían elegido un método tan arriesgado. Él tomó muestras del ladrillo de las paredes de las presuntas cámaras de gas y las envió a un laboratorio químico en Massachusetts. Los resultados de los exámenes revelaron que las muestras de ladrillo contenían rastros insignificantes de residuo de cianuro. Estos resultados fueron contrastados con otras muestras tomadas de las paredes de las cámaras de despiojamiento —cuartos donde elZyklon B era rociado sobre la ropa y los colchones para matar piojos—, y estas muestras contenían muchísimos rastros del residuo de cianuro. "Es la mejor opinión de ingeniería de este autor que las presuntas cámaras de gas en los sitios inspeccionados no podían haber sido utilizadas o haberse considerado seriamente hacerlas funcionar como cámaras de gas de ejecución", escribe Leuchter en su informe de 1988 titulado El Informe Leuchter (The Leuchter Repot).
Otro problema con la historia de los gaseamientos es el asunto de las manchas azules causadas por el Zyklon B. «Las murallas dentro de los edificios en los cuales el Zyklon B se ha demostrado que fue usado para despiojar la ropa de los presidiarios, muestran una decoloración masiva, irregularmente manchada y azulada», escribe el químico Germar Rudolf en su estudio de 1993The Rudolf Report. Masivas manchas azulosas están visiblemente presentes en las salas usadas para despiojar, pero ninguna de tales manchas es visible en ninguna de las salas que se afirma que fueron "cámaras de gas homicidas". «Por motivos químicos y físicos», concluye Rudolf en su informe, «los supuestos gaseamientos masivos con ácido cianhídrico en las presuntas "cámaras de gas" en Auschwitz no ocurrieron». Al contrario de las afirmaciones de testigos oculares, explica Rudolf, «las supuestas instalaciones para el asesinato masivo en Auschwitz y Birkenau no eran adecuadas para ese fin... las presuntas cámaras de gas de Auschwitz y Birkenau no entraron en contacto con el Zyklon B. En lenguaje legal: el arma no fue cargada».
Un punto notable que debilita la historia del gaseamiento homicida es que en Abril de 1944 las autoridades alemanas solicitaron la exacta misma cantidad deZyklon B (195 kilogramos) para que fuera entregada a dos campos: Auschwitz y Oranienburg. Ningún historiador sostiene que alguien fuera muerto por gaseamiento en el último campo nombrado, pero la misma cantidad de gasZyklon fue entregada allí para ser usada para objetivos de desinfección. Esto plantea otra pregunta: ¿Por qué las autoridades alemanas se desviaron de su camino para desinfectar de piojos la vestimenta y la ropa de cama de los prisioneros (los cuales piojos propagan la enfermedad del tifus) si su intención desde el principio era exterminarlos?. ¿No los dejarían mejor que ellos se enfermaran y murieran?. En contravención a la hipótesis de exterminio, la política de los alemanes de despiojamiento fue diseñada para salvar vidas, no para acabar con ellas.
Adicionalmente, una directiva de Diciembre de 1942 emanada del jefe de la oficina SS de administración de campos criticaba los altos índices de mortalidad en los campamentos de trabajo de Alemania debido a la enfermedad, y publicó una orden para que se tomaran las medidas para combatir esa tendencia. La directiva ordenaba que los médicos de los campos "usaran todos los medios a su disposición para reducir considerablemente el índice de mortalidad en los distintos campos". Posteriormente pedía a los médicos de los campos que supervisaran la nutrición de los presos más estrechamente y les ordenaba que ellos "procuraran que las condiciones de trabajo en los diversos lugares de trabajo fueran mejoradas tanto como fuese posible". La directiva enfatizaba la seriedad de la orden de reducir las muertes en los campos, declarando que provenía del jefe SS Heinrich Himmler mismo.
Curiosamente, el comandante SS alemán de Buchenwald, Karl Koch, fue acusado y hallado culpable por un tribunal del Tercer Reich de abusos en dicho campo, y fue condenado a muerte por sus transgresiones. Hay muchos otros ejemplos de oficiales alemanes castigados por cometer excesos contra presidiarios y judíos. Si la política estatal oficial del Tercer Reich hubiera sido asesinar sistemáticamente a los presidiarios de estos campos, entonces ¿por qué castigaría la SS a sus propios oficiales por excesos y abusos en los campos como ellos hicieron con Koch?.
No sólo hemos sido engañados sobre la verdadera naturaleza de los campos de concentración de Alemania del tiempo de la guerra, sino que también hemos sido engañados sobre los verdaderos culpables detrás de la Segunda Guerra Mundial misma y sus motivaciones. La propaganda occidental oficial coloca toda la culpa por la guerra directamente sobre Hitler, pero el renombrado historiador David Irving reveló una pista en las fuerzas ocultas detrás de la intensificación de las tensiones entre los Aliados occidentales y Alemania. Irving desenterró una carta escrita por el líder sionista judío Chaim Weizmann, que se convirtió en el primer presidente de Israel en 1948, la que contenía una promesa así como una confesión sorprendente: A cambio de ayudar a construír una fuerza combatiente judía para la futura conquista sionista de Palestina, Weizmann aseguró al líder británico Winston Churchill que la judería estadounidense usaría su poder colectivo para arrastrar a Estados Unidos a la guerra del lado británico. "Hay un solo gran grupo étnico que está dispuesto a levantarse, como un solo hombre, a favor de Gran Bretaña, y con una política de ayuda incansable para ella: los cinco millones de judíos estadounidenses", escribió Weizmann en la carta datada el 10 de Septiembre de 1941. "Desde el Secretario Morgenthau, al gobernador Lehman, al juez Frankfurter, hasta el más simple trabajador o comerciante judío, ellos están conscientes de todo lo que implica esta lucha contra Hitler". Weizmann continuaba: "Ha sido repetidamente reconocido por los estadistas británicos que fueron los judíos quienes, en la última guerra mundial, ayudaron con eficacia a inclinar la balanza en Estados Unidos a favor de Gran Bretaña. Ellos están dispuestos a hacerlo —y pueden hacerlo— otra vez". Weizmann enfatizaba que la judería estadounidense "esperaba una palabra —una llamada— del Gobierno de Su Majestad el Rey. La formación de una fuerza combatiente judía sería aquella señal".
Los documentos polacos secretos capturados por los alemanes en Varsovia en 1939 confirman la aseveración jactanciosa de Weizmann de que la judería estadounidense fue un factor primario responsable de la entrada de Estados Unidos en la guerra contra Alemania (1aGM), y de que ellos en efecto tenían el poder para involucrar a Estados Unidos en guerras que no estaban en el interés nacional del país. En Febrero de 1938 el conde Jerzy Potocki, embajador polaco en Washington, divulgó al ministro de Asuntos Exteriores en Varsovia el papel principal de las élites judías en la dirección de la política exterior del Presidente estadounidense Franklin Roosevelt y la formación de la opinión pública para favorecer una guerra con Alemania.
La presión de los judíos sobre el presidente Roosevelt y sobre el Ministerio de Asuntos Exteriores se hace cada vez más poderosa, advirtió Potocki. Los judíos son ahora mismo los líderes en la creación de una psicosis de guerra que sumergiría el mundo entero en la guerra. Potocki explicó que los medios de comunicación estadounidenses estaban en gran parte en manos de judíos sionistas, y que ellos estaban incitando febrilmente a la guerra contra Alemania.El público estadounidense está sometido a una propaganda cada vez más alarmante, que está bajo la influencia judía, opinó él, añadiendo que, La propaganda está mayormente en las manos de los judíos, quienes controlan la radio en casi el 100 por ciento, el cine, la prensa diaria y periódica. Potocki continuaba: "En conversaciones con representantes de prensa judíos, me he levantado repetidamente contra la opinión inexorable y convencida de que la guerra es inevitable. Esta judería internacional explota cada medio de propaganda para oponerse a cualquier tendencia hacia cualquier clase de consolidación y entendimiento entre las naciones". Potocki afirmaba que la política exterior del presidente Roosevelt no era propia sino que más bien se basaba en los deseos de políticos judíos influyentes que lo rodeaban, como Bernard Baruch, Felix Frankfurter y Henry Morgenthau Jr. A Roosevelt se le ha dado el fundamento para activar la política exterior estadounidense, y simultáneamente ha estado procurando enormes stocks militares para la próxima guerra, para la cual los judíos se están esforzando muy conscientemente, escribió.
La motivación subyacente de todo este engaño y subterfugio de parte de la élite sionista judía fue delineada en 1900 por un influyente líder sionista y rabino estadounidense llamado Stephen S. Wise. Hay 6 millones de argumentos vivientes, sangrantes y sufrientes a favor del sionismo, él anunció en una reunión de la Federación de Sionistas Estadounidenses (FAZ). La noción de seis millones de judíos siendo perseguidos o al borde de un holocausto fue planteada más de 250 veces entre los años 1900 y 1945. En su libro El Primer Holocausto, el investigador Don Heddesheimer documentó que el objetivo primario de estas temerarias campañas de propaganda era promover la simpatía por la creación de un Estado judío en Palestina, así como procurar fondos para el establecimiento judío allí. El propagandista de guerra soviético-judío Ilya Ehrenburg diseminó la errónea afirmación de que precisamente "seis millones de judíos" habían sido muertos por Alemania varios meses antes del final de la Segunda Guerra Mundial, mucho antes de que estuviera disponible cualquier dato estadístico exacto sobre las muertes de la guerra, develando así la naturaleza premeditada y totalmente fraudulenta de la historia.
En Octubre de 1940, Arthur Greenwood, un político británico y miembro del gabinete de guerra, prometió públicamente un "nuevo orden mundial" a la Judería Mundial. Él anunció que una vez que Alemania fuera derrotada en la guerra y el nacionalsocialismo fuera aplastado, a los judíos de todas partes se les daría una oportunidad de hacer una contribución distintiva y constructiva en la reconstrucción del mundo. Cincuenta y un años más tarde, en Noviembre de 1991, un funcionario de la sociedad sionista B'nai B’rith anunció que conmemorar el holocausto era un componente central de los proyectos sionistas para un "nuevo orden mundial. Pacificar el mundo de los gentilescon culpa, constituye una parte principal de la agenda sionista global. En su libro La Industria del Holocausto, el investigador judío Norman Finkelstein observó que El Holocausto ha resultado ser un arma ideológica indispensable, y que la invocación de ello es una estratagema para deslegitimar toda crítica hacia los judíos. Confiriendo una total inocencia a los judíos, el dogma delHolocausto inmuniza a Israel y a la judería estadounidense de la legítima censura.
En un comentario en su página de Facebook en respuesta a quien escribe, Abby Martin denunció la negación del Holocausto, desacreditando a aquellos que cuestionan ciertos aspectos de la versión de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. Aquello llevó a este autor a plantear la pregunta: Si dudo de la historia oficial del 11-S, ¿ese hecho me convierte en un negador del 11-S?".Cuando Galileo contradijo el dogma establecido de la Iglesia Católica, que erróneamente creía que la Tierra está en el centro de este Sistema Solar, él fue atacado como hereje y obligado a retractarse de sus teorías heréticas. Hoy, las iluminadas exposiciones de Galileo son un hecho aceptado. Cazas de brujas similares a la que victimizó a Galileo han sido emprendidas sobre los historiadores revisionistas que desafían las ficciones sionistas acerca de en qué consistía la vida en los campos de concentración de guerra en Alemania.
En el segundo segmento de su programa que trató de este asunto, Martin hizo un reporte sobre cómo los "nazis" se infiltraron en Estados Unidos mediante la Operación Paperclip, un programa encubierto de la CIA para llevar científicos alemanes a EE.UU. para apoyar a la máquina de guerra estadounidense durante la Guerra Fría. Ella denuncia a estos mismos científicos (que no tenían ningún poder para tomar decisiones políticas o militares durante la guerra) como de facto "criminales de guerra nazis", y cita los procesos de Nuremberg como si ellos fueran la justicia legítima. Éste es el mismo proceso donde los jueces soviéticos escogidos a mano por Stalin presentaron documentos falsificados y presionaron a testigos para culpar a Alemania por la masacre en el bosque de Katyn de decenas de miles de polacos que ocurrió en 1940, un crimen atroz que fue cometido por los soviéticos mismos. Éste es el mismo juicio-espectáculo, presidido por las potencias victoriosas, que acusó a los alemanes de cosas tan evidentemente absurdas como asesinar gente por medio de vapor y electricidad, fabricar jabón industrial y pantallas de lámpara a partir de tejido humano, producir cabezas reducidas de los presidiarios, y de tener carreras de bicicletas en la cámara de gas de Birkenau. Éstas son sólo algunas de las historias de la sensacionalista propaganda de guerra que ya no son sostenidas como verdaderas por nadie, ni siquiera por los promotores más leales del "Holocausto".
Convenientemente, Martin olvida mencionar que su propia nación de Estados Unidos —un país fundado sobre la limpieza étnica y el genocidio— cometió notorios crímenes de guerra contra Alemania y Japón durante la Segunda Guerra Mundial, llevando a la muerte por hambre a más de 1,5 millón de prisioneros alemanes de guerra en campos de concentración después del final de la guerra, y dejando caer dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Para no mencionar el bombardeo Aliado por saturación de ciudades alemanas durante la guerra, matando a cientos de miles de civiles alemanes en cosa de horas. Las Potencias Aliadas ayudaron plenamente y fueron cómplices de los crímenes de Stalin contra la Humanidad, y participaron en la masiva limpieza étnica de alemanes, después de la guerra, del territorio despojado de Alemania y dado a países circundantes. Según el historiador James Baque, más de 9 millones de alemanes murieron entre los años 1944 y 1950 a consecuencia de la deliberada táctica Aliada y soviética de expulsión y hambre. Más de dos millones de mujeres alemanas fueron violadas y torturadas masivamente por las hordas invasoras de las tropas del Ejército Rojo soviético.
Ausente de toda la exposición de Martin acerca de la corrupción de la élite, está alguna cobertura del predominante papel judío en el bolchevismo y el mal absoluto que esto engendró. El movimiento y la ideología comunista jugaron una parte importante en la vida judía, en particular en los años '20, '30, y durante y después de la Segunda Guerra Mundial", explica la Enciclopedia Judaica (una publicación judía) en su artículo sobre el comunismo. Judíos individuales, continúa el artículo, desempeñaron un papel importante en las etapas tempranas del bolchevismo y el régimen soviético. La Enciclopedia Judaica revela que el grueso de la juventud judía rusa se unió a las filas de los bolcheviques en 1917. El artículo posteriormente observa que los judíos se convirtieron en el elemento principal en los partidos comunistas legales e ilegales, y en algunos casos fueron incluso instruídos por la Internacional Comunista para que cambiaran sus nombres judíos y se hicieran pasar por no-judíos. Agrega que los judíos ocuparon muchas posiciones de responsabilidad en todas las ramas del partido y la maquinaria estatal, en las sedes centrales y locales del poder. El artículo elabora una lista importante de funcionarios superiores bolcheviques judíos en el Estado soviético, la que incluía a Maxim Litvinov (Wallach), M. Liadov (Mandelstahm), Grigori Shklovsky, A. Soltz, Grigori Zinoviev (Radomylsky), Lev Kamenev (Rosenfeld), Rozaliya Zemliachka (Zalkind), Helena Rozmirovich, Jacob Sverdlov, Y. Yaklovlev (Epstein), Lazar Kaganovich, D. Shvartsman, Simon Dimanstein, Leon Trotsky (Bronstein), Moses Uritsky, M. Volodarsky, J. Steklov, Adolf Joffe, David Riazanov (Goldendach), Yuri Larin, Karl Radek (Sobelsohn) y muchos otros.
Sin el elemento judío, la victoria comunista en Rusia no habría sido posible. El banquero judío de Wall Street Jacob Schiff, de Kuhn, Loeb and Co.,subvencionó fuertemente el esfuerzo bolchevique para deponer al Zar. El señor Schiff siempre ha usado su riqueza y su influencia en los mejores intereses de su pueblo, señalaba el Registro Comunal Judío de la ciudad de Nueva York (1917-1918). Él financió a los enemigos de la autocrática Rusia y usó su influencia financiera para mantener a Rusia lejos del mercado monetario de Estados Unidos. En 1917 Schiff declaró públicamente que Hay que agradecer a los judíos de que la revolución rusa haya tenido éxito.
La eliminación de los opositores a la intriga judía era claramente crucial para el éxito del bolchevismo. En 1918 Vladimir Lenin instruyó a todas las autoridades bolcheviques para que tomaran medidas intransigentes para arrancar el movimiento anti-judío desde sus raíces. Los pogromistas y los agitadores delpogrom deben ser colocados fuera de la ley. Lenin declaró que las expresiones y las acciones contra los judíos son fatales para los intereses de la... revolución, y pidió a todos los simpatizantes del bolchevismo luchar contra este mal con todos los medios a su disposición. Leon Trotsky (verdadero nombre, Bronstein), mano derecha de Lenin y fundador del criminal Ejército Rojo, se jactó en una entrevista periodística de que la primera orden del régimen bolchevique conducido por Lenin fue ejecutar inmediatamente a los anti-judíos en el lugar, sin proceso. Stalin mantuvo el decreto homicida de Lenin, explicando que "el anti-judaísmo es castigable con el máximo rigor de la ley como un fenómeno profundamente hostil al sistema soviético. Conforme a la ley de la URSS, los anti-judíos activos están sujetos a la pena de muerte". En un discurso de 1936 ante el octavo Congreso de Toda la Unión de los Soviets, el ministro de Asuntos Exteriores soviético Molotov orgullosamente reconoció que en la Unión Soviética los actuales anti-judíos son fusilados.
Las políticas genocidas de los bolcheviques soviéticos, una gran parte de los cuales eran judíos, condujeron a la muerte de al menos 40 millones de personas, un número que supera por lejos incluso a los mayores mitos sobre el Holocausto. Sólo en 1932 la policía secreta soviética (la Cheka) orquestó el fallecimiento de más de 7 millones de ucranianos, en lo que es conocido ahora como el Holodomor, un genocidio de hambre artificial patrocinado por Moscú. En 2009, la Agencia Telegráfica Judía (JTA) reportó que el servicio de seguridad de Ucrania "está presionando el caso contra una lista de antiguos funcionarios soviéticos por la realización del Holodomor, que causó la muerte de millones en Ucrania en 1932-33". El artículo señalaba que La mayor parte de los nombres en la lista eran judíos. En 2010, el presidente israelí y verdadero criminal de guerra Shimon Peres visitó Ucrania y dio un discurso. Si me preguntaran qué aconsejaría yo a Ucrania, diría: olvide la Historia. La Historia en general no es importante en absoluto, dijo Peres en una vil demostración de orgullo desmedido y desprecio hacia las víctimas ucranianas del Holodomor. El escritor israelí Sever Plocker lo pone sucintamente en una opinión editorial para la publicación israelí Ynet News. No debemos olvidar que algunos de los mayores asesinos de los tiempos modernos fueron judíos, escribe él en el subtítulo del artículo, reconociendo el predominante papel judío en la sangría bolchevista. Plocker observó que Genrikh Yagoda, el temible jefe de la NKVdurante muchos años, fue el mayor asesino judío del siglo XX. Plocker escribe que «Yagoda diligentemente puso en práctica las órdenes de colectivización de Stalin, y es responsable de las muertes de al menos 10 millones de personas. Sus ayudantes judíos establecieron y manejaron el sistema del Gulag. Él también llamó la atención hacia las actividades del funcionario judío Lazar Kaganovich, el brazo derecho de Stalin, cuyo papel principal en los crímenes comunistas contra la Humanidad ha sido barrido bajo la alfombra de la Historia. «Muchos judíos vendieron su alma al diablo de la revolución comunista y tienen sangre en sus manos por la eternidad», escribe Plocker, concluyendo: Incluso si lo negamos, no podemos evadir la judeidad de nuestros verdugos, que sirvieron al Terror Rojo con lealtad y dedicación desde su establecimiento. Después de todo, otros siempre nos recordarán el origen de ellos.
Todas las formas de excepcionalismo y supremacismo son igualmente detestables, pero parece que sólo una forma particular de supremacismo étnico ha sido colocada fuera de los límites de la reprimenda legítima: la supremacía judía. ¿Es equivocado o racista de parte de uno señalar que las principales figuras religiosas judías impregnan a sus seguidores en los principios de la supremacía judía muy abiertamente?. Los no-judíos sólo existen para servir a los judíos como esclavos, declaró el rabino Ovadia Yosef, el líder espiritual deShas, un importante partido político israelí. Los goyim nacieron sólo para servirnos. Sin esto, ellos no tienen ningún lugar en el mundo: sólo para servir al pueblo de Israel, dijo. Más de 800.000 judíos israelíes asistieron al entierro de Yosef cuando él murió en Octubre de 2013, incluído el Primer Ministro Benjamin Netanyahu. Otro destacado rabino israelí una vez dijo: Un millón de árabes no valen lo que una uña judía.
El rabino Shneur Zalman de Liadi, fundador del movimiento extremistaChabad, avanzó la idea de que los no-judíos tienen almas malvadas sin ninguna cualidad redentora en absoluto... Todos los judíos son innatamente buenos, y todos los gentiles son de manera innata malos. Un líder religioso judío reverenciado llamado el rabino Abraham Kook, el Mayor, explicó que la diferencia entre las almas de judíos y no-judíos es mayor y más profunda que la diferencia entre un alma humana y las almas del ganado. Los judíos son la gente más elevada y más culta en la Tierra, escribe el rabino Harry Waton en su texto de 1939 Un Programa para los Judíos. A causa de su superioridad auto-profesada, Waton creía que Los judíos tienen un derecho de subordinar ante ellos mismos al resto de la Humanidad, y a ser los amos sobre la Tierra entera. El primer Primer Ministro de Israel David Ben-Gurión dijo: Ha habido sólo dos grandes pueblos: los griegos y los judíos. Tales opiniones supremacistas no son los desvaríos de lunáticos marginales sino que más bien constituyen el pensamiento y la creencia judía predominante que representa una continuidad en la ideología religiosa judía durante siglos.
En conclusión, la obsesión de los medios de comunicación con el "holocausto" es parte integrante de la campaña sionista para poner un hechizo sobre la conciencia colectiva del mundo occidental, a fin de insensibilizar al público con respecto al sufrimiento de los palestinos y proteger a Israel de la crítica. El intento Orwelliano de silenciar el debate sin restricciones sobre aspectos cuestionables de la historia del "holocausto" y de censurar a los escépticos venerando leyes que castigan las opiniones discrepantes, sólo fortifica la posición revisionista. Una nota final: la anfitriona Abby Martin es de alguna manera una protegida de Alex Jones, un empresario de la conspiración, sensacionalista y pro-Israel, que ve nazis en todas partes y detrás de todo. En sus años más jóvenes, Jones fue un defensor vocal de los esfuerzos de limpieza étnica de los sionistas en Palestina, declarando abiertamente: "Apoyo al Estado judío de Israel, que es su tierra; ellos han estado en aquella tierra, y esNaciones Unidas la que los está declarando como terroristas". La demasiado obvia elusión que hace Jones de la realidad del poder sionista, es sintomática de la comunidad más amplia que busca la verdad, la que es aparentemente escéptica de toda historia oficial y narrativa gubernamental pero rechaza reconocer las verdades incómodas sobre la Segunda Guerra Mundial. Mientras las intenciones de Martin parecen bastante honestas, ella haría bien en reevaluar su posición sobre el "holocausto" y perseguir la verdad a dondequiera que ella conduzca.–
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