Revisando las Secuelas de la "Buena Guerra":
La Verdad Emergiendo desde un Océano de Mitos
por Dwight D. Murphey. El siguiente artículo del retirado académico, abogado y profesor de legislación comercial de la Wichita State University, en Kansas, Estados Unidos, señor Dwight D. Murphey (1934), fue primeramente publicado en la edición de la primavera de 2009 de The Journal of Social, Political and Economic Studies. Se trata de una reseña del libro de 2007 "After the Reich: The Brutal History of the Allied Occupation", del periodista británico Giles MacDonogh, autor de varios libros sobre la historia contemporánea de Alemania, libro que es una documentada descripción de la desoladora realidad que produjeron los Aliados y los soviéticos sobre la desventurada gente de la derrotada Alemania y de Austria después de la Segunda Guerra (1945-1949). La brutal ocupación por parte de vengativos vencedores incitó a éstos, y fundamentalmente a los soviéticos, a violar masivamente en estimaciones actuales a aproximadamente dos millones de mujeres, a encarcelar en campos de trabajo forzado de los Aliados a más de cuatro millones de alemanes, y a imponer sobre otras incontables cantidades de civiles una durísima lucha por la supervivencia en una "paz" verdaderamente infernal, entre otras atrocidades de las que no se habla en las escuelas públicas, el único verdadero "holocausto", el del pueblo alemán, pero que la gente consciente conoce. La revisión que el autor hace del libro mencionado de MacDonogh es bastante comprometida y crítica, y revela sus debilidades. Hemos traducido el texto desde el sitio del autor,dwightmurphey-collectedwritings.info.
Aquellos que hacen honestamente la crónica de los acontecimientos humanos, presentes o pasados, son una especie rara y honorable. Deberíamos ennoblecerlos ciertamente dentro del panteón de nuestros dioses terrenales. Al hacerlo, estaremos sin duda incluyendo a aquellos que, no por un deseo de distanciarse de Occidente o de Estados Unidos o de sus pueblos sino por una sed de la verdad, están trayendo a la luz los horribles acontecimientos que siguieron como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial así como las atrocidades que fueron cometidas como parte de la manera en la cual la guerra fue llevada a cabo contra la población civil, aunque ésa es una materia que no exploraremos aquí.
Aquella guerra ha sido conocida entre los estadounidenses como "la buena guerra", y aquellos que lucharon en ella, como "la generación más grande". Pero ahora, poco a poco, somos golpeados por la realidad tan común a una existencia humana compleja: hubo mucho que no estuvo bien, y junto con el auto-sacrificio y las elevadas intenciones, hubo mucho que fue inmoral y brutal. Esta realidad está apareciendo en la superficie porque hay algunos estudiosos, al menos, que están conscientes de que un océano de propaganda de guerra engendra un mito que continúa durante varias décadas, investigadores que tienen un compromiso con la verdad que anula los diversos incentivos para conformarse con el mito.
Este artículo comenzó como una simple revisión del libro de Giles MacDonogh ya señalado. Su libro es en gran parte del tipo que rompe mitos que acabo de elogiar. Debido, sin embargo, a que hay un valioso material adicional que soy reacio a dejar de mencionar, la he ampliado para incluír otra información y autores, aunque dejándola principalmente como una reseña de "After the Reich".
El de MacDonogh es un libro desconcertante, a la vez valiente y cobarde, en su mayor parte (pero no completamente) digno de los altos elogios que debemos dar a los estudiosos incorruptibles. Como hemos señalado, el público estadounidense ha pensado durante mucho tiempo acerca del esfuerzo Aliado en la Segunda Guerra Mundial como una "gran cruzada" que hizo enfrentarse al Bien y a la decencia contra el Mal nacionalsocialista. Incluso después de todos estos años, es probable que la última cosa que el público quiera saber es que males enormes e indecibles fueron cometidos tanto por los Aliados occidentales como por la Unión Soviética durante la guerra y su secuela. En contra de aquella renuencia, MacDonogh cuenta "la historia brutal" con gran detalle.
Aquella disposición es encomiable por su valentía intelectual. A la luz de ello, es desconcertante que justo cuando él hace aquello, pone una explicación sobre aquella historia, continuando en efecto en parte un encubrimiento de proporciones históricas que ha sido fijado en su lugar por la proyección de la propaganda de guerra durante casi dos tercios de un siglo. De esta manera, el gran valor de su libro no puede ser encontrado en su amplitud o en su estricta franqueza sino más bien en que suministra algo de una conexión —aunque muy amplia en su alcance— que puede impulsar a los lectores concienzudos hacia un posterior estudio de una materia inmensamente importante.
Para este artículo será valioso comenzar por resumir la historia que MacDonogh relata (y añadirle algo). Es sólo después de hacer esto que hablaremos de lo que MacDonogh obscurece. Todo esto conducirá entonces a algunas reflexiones concluyentes.
En el prefacio de su libro MacDonogh dice que su objetivo es "exponer a los Aliados victoriosos con respecto a su tratamiento del enemigo en tiempos de paz, ya que en la mayoría de los casos no fueron criminales los que fueron violados, privados de comida, torturados o muertos a golpes, sino mujeres, niños y ancianos". Aunque esto sugiera que el tono del libro sea uno de indignación, la narrativa es principalmente informativa más bien que polémica. El historial intelectual de MacDonogh incluye varios libros de historia y biografía alemana y francesa (así como cuatro libros acerca del vino).
Las Expulsiones hoy llamadas "limpieza étnica"
Al final de la guerra, nos dice MacDonogh, "nada menos que 16,5 millones de alemanes fueron expulsados de sus casas". 9,3 millones fueron expulsados de la parte del Este de Alemania, que fue convertida en una parte de Polonia. Tanto los límites del Este como las fronteras occidentales de Polonia fueron drásticamente cambiados hacia el Oeste por el acuerdo de los Aliados, con Polonia tomando una parte importante de Alemania y la Unión Soviética tomando Polonia oriental. Los otros 7,2 millones fueron forzados a abandonar sus hogares ancestrales en Europa Central donde ellos habían vivido durante generaciones.
Esta expulsión masiva fue colocada en el Acuerdo de Potsdam a mediados de 1945, aunque el Acuerdo dejó explícito que la limpieza étnica debía tener lugar "en la manera más humana posible". Churchill estaba entre aquellos que apoyaron esto como conducente "a una paz duradera".
En efecto, el proceso era tan inhumano que quedó registrado como una de las grandes atrocidades de la Historia. MacDonogh da cuenta de que"aproximadamente dos millones y cuarto de personas morirían durante las expulsiones". Ésta es la cifra menor de tales estimaciones, que van desde 2,1 a 6 millones, si tomamos en cuenta sólo a los expulsados. Konrad Adenauer, un gran amigo del Oeste, se encontró capaz de decir que entre aquellos expulsados "seis millones de alemanes están muertos, desaparecidos". Veremos el relato de MacDonogh del hambre y exposición al frío extremo a los cuales la población de posguerra de Alemania se vio sometida, y vale la pena mencionar en este punto (aunque esto vaya más allá de las expulsiones) que el historiador James Bacque dice que "la comparación de los censos nos ha mostrado que aproximadamente 5,7 millones de personas desaparecieron dentro de Alemania entre Octubre de 1946 [un año y medio después de que la guerra terminó] y Septiembre de 1950".
Lo que MacDonogh llama "la mayor tragedia marítima de todos los tiempos"ocurrió cuando el barco Wilhelm Gustloff, que llevaba a alemanes desde Danzig en Enero de 1945, fue hundido "con aproximadamente 9.000 personas, muchos de ellos niños". A mediados de 1946, "las imágenes muestran a algunos de los 586.000 alemanes Bohemios embalados en vagones como sardinas". En otro punto MacDonogh cuenta cómo "los refugiados a menudo eran embalados tan apretadamente que ellos no podían moverse para defecar, y salían por lo tanto de los camiones cubiertos de excremento. Muchos estaban muertos a la llegada". (Esto trae a la mente las escenas descritas tan vívidamente en el volumen I de El Archipiélago Gulag, de Solyenitsin). En Silesia, "enormes cantidades de civiles fueron expulsados de sus casas a punta de pistola". Un sacerdote estimó que un cuarto de la población alemana de la ciudad de Baja Silesia se suicidó, mientras familias enteras se suicidaron en conjunto.
La condición de la población alemana. El hambre y el frío extremo.
Los alemanes se refieren a 1947 como el Hungerjahr, "el año del hambre", pero MacDonogh dice que "incluso hacia el invierno de 1948 la situación no había sido remediada". La gente comió perros, gatos, ratas, ranas, caracoles, ortigas, bellotas, raíces de diente de león y hongos silvestres en un esfuerzo febril para sobrevivir. En 1946, las calorías proporcionadas en la zona estadounidense de Alemania cayeron a 1.313 hacia el 18 de Marzo desde las 1.550 proporcionadas antes. Victor Gollancz, un autor y editor judío británico, protestó porque "estamos matando de hambre a los alemanes". Esto es similar a la declaración hecha por el senador Homer Capehart de Indiana en un discurso ante el Senado estadounidense el 5 de Febrero de 1946: Desde hace nueve meses esta administración ha estado llevando a cabo una política deliberada de hambre masiva. MacDonogh nos dice que la Cruz Roja, los cuáqueros, los menonitas y otros quisieron llevar comida, pero "en el invierno de 1945 las donaciones fueron devueltas con la recomendación de que ellas fueran usadas en otras partes de Europa afectadas por la guerra". En la zona estadounidense de Berlín, "era la política estadounidense que nada debería ser regalado y que todo debería ser tirado. Las mujeres alemanas que trabajaban para los estadounidenses fueron increíblemente bien alimentadas, pero no podían llevar nada a casa para sus familias o hijos". Bacque dice que "las agencias extranjeras de ayuda fueron impedidas de enviar comida desde el extranjero; los trenes con comida de la Cruz Roja fueron devueltos a Suiza; a todos los gobiernos extranjeros se les negó el permiso para enviar alimentos a los civiles alemanes; la producción de fertilizantes fue bruscamente reducida. La flota pesquera fue mantenida en sus puertos mientras la gente pasaba hambre".
Bajo la ocupación rusa de Prusia oriental, MacDonogh ve "sorprendentes semejanzas" con "la hambruna deliberada que Stalin provocó en los kulaksucranianos a principios de los años '30". Como en Ucrania, "se reportaron casos de canibalismo, con gente comiendo la carne de sus niños muertos".
El sufrimiento por el frío extremo se mezclaba con el hambre para crear la miseria y un enorme número de muertos. Incluso aunque el invierno de 1945-1946 fue normal, "la terrible carencia de carbón y comida fue sentida agudamente". Inviernos anormalmente fríos golpearon en 1946-1947 ("posiblemente el más frío en la memoria viva") y 1948-1949. Se cree que sólo en Berlín 60.000 personas habían muerto dentro de los diez primeros meses después del final de la guerra; y "el invierno siguiente mató a aproximadamente más de 12.000". La gente vivía en agujeros entre las ruinas, y "algunos alemanes, particularmente refugiados desde el Este, estaban prácticamente desnudos".
En su libro Gruesome Harvest: The Allies' Postwar War Against the German People [Cosecha Macabra], Ralph Franklin Keeling se refiere a una cita de "un conocido ministro religioso alemán": "Miles de cuerpos están colgando de árboles en los bosques alrededor de Berlín, y nadie se molesta en sacarlos. Miles de cadáveres son llevados hacia el mar por los ríos Oder y Elba; uno ya ni lo nota. Miles y miles están muriendo de hambre en las carreteras. Hay niños vagando solos por las carreteras".
En su libro The German Expellées: Victims in War and Peace, Alfred-Maurice de Zayas cuenta cómo en Yugoslavia el mariscal Tito usó campamentos como centros de exterminio para matar de hambre a los alemanes.
Violación en masa. A lo cual debe añadirse el "sexo voluntario" obtenido de mujeres muriéndose de hambre.
La ofensiva de violaciones por las fuerzas invasoras rusas es, por supuesto, infamante. En la zona rusa de Austria, "la violación era parte de la vida diaria hasta 1947, y muchas mujeres fueron infectadas con enfermedades venéreas para las que no tenían ningún medio de curarlas". MacDonogh nos dice que "las estimaciones conservadoras ponen el número de mujeres de Berlín violadas en 20.000". Cuando los británicos llegaron a Berlín, "los oficiales más tarde recordaron el impacto de ver los lagos en el próspero Oeste llenos con los cadáveres de mujeres que se habían suicidado después de haber sido violadas". La edad de las mujeres víctimas de violación iba desde 12 a 75 años. Enfermeras y monjas estaban entre las víctimas (algunas más de cincuenta veces). "Los rusos eran particularmente duros con los nobles, prendiendo fuego a sus casas señoriales y violando o asesinando a los habitantes". Aunque"la mayor parte de los bebés bastardos rusos no deseados fueron abortados", MacDonogh dice que «se estima que entre 150.000 y 200.000 "bebés rusos" sobrevivieron». Los rusos violaban dondequiera que ellos fueran, de modo que no fueron sólo mujeres alemanas las que fueron violadas sino también mujeres de Hungría, Bulgaria, Ucrania y Yugoslavia, incluso aunque éstas estuvieran en el mismo lado en la guerra.
Había una política oficial contra las violaciones, pero era tan comúnmente ignorada que "fue sólo en 1949 que los soldados rusos enfrentaron algún disuasivo real". Hasta entonces, "ellos eran incitados por el judío Ilya Ehrenburg y otros propagandistas soviéticos que veían la violación como una expresión de odio".
Aunque hubo "una extendida incidencia de violaciones por parte de los soldados estadounidenses", había una política militar forzosa contra ello, con"varios militares estadounidenses ejecutados" por ello. Las acusaciones criminales por violación "aumentaron constantemente" durante los meses finales de la guerra, pero disminuyeron bruscamente a partir de entonces. Lo que prosiguió fue casi sin duda igual de malo: la explotación sexual de mujeres que se morían de hambre que "voluntariamente" vendieron sus servicios sexuales por comida. En Gruesome Harvest, Keeling cita de un artículo publicado en Christian Century el 5 de Diciembre de 1945: «El supervisor de la policía militar estadounidense dijo que la violación no representa ningún problema para la policía militar, porque "un poco de comida, una barra de chocolate o un jabón parece hacer innecesaria la violación"».
El grado de esto es mostrado por la cifra que MacDonogh proporciona de «aproximadamente 94.000 Besatzungskinder, o "hijos de la ocupación", (que) nacieron en la zona estadounidense». Él dice que en 1945-1946 "muchas niñas recurrieron a la prostitución para sobrevivir. Los muchachos también prestaron un servicio para los soldados Aliados".
Keeling, escribiendo para la publicación de 1947 de su libro (lo que explica su uso de verbos en tiempo presente), dijo que hubo "un aumento de enfermedades venéreas que ha alcanzado proporciones epidémicas", y prosigue diciendo que "una gran proporción de la contaminación se ha originado con los soldados estadounidenses Negros que hemos estacionado en grandes cantidades en Alemania, y entre quienes la tasa de infección venérea es muchas veces mayor que entre los soldados de raza blanca". En Julio de 1946, dice Keeling, la tasa anual de infección entre los soldados Blancos era de un 19%, y para los Negros, de un 77,1%. Él reiteró lo que estamos tratando aquí cuando señaló "la estrecha relación que hay entre la tasa de enfermedades venéreas y la disponibilidad de comida".
Si MacDonogh menciona la violación por parte de soldados británicos, se me ha escapado [?!]. Él habla, sin embargo, de violaciones cometidas por los polacos, los franceses, los guerrilleros de Tito, y por personas desplazadas. En Danzig, "los polacos se comportaron tan mal como los rusos. Fueron los polacos los que liberaron la ciudad de Teschen en el Norte [de Checoslovaquia]el 10 de Mayo. Durante cinco días ellos violaron, saquearon, incendiaron y mataron". Él escribe acerca del "comportamiento de los soldados franceses en Stuttgart, donde quizás 3.000 mujeres y ocho hombres fueron violados", "unas 500 mujeres adicionales violadas en Vaihingen", y reporta "tres días de matanza, pillaje, incendio y violación" en Freundenstadt. De las personas desplazadas, él dice que "había alrededor de dos millones de prisioneros de guerra y trabajadores forzados de Rusia que se habían formado en pandillas y habían robado y violado por todas partes de Europa Central".
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