lunes, 19 de mayo de 2014

por Pedro Varela

La primera víctima de la guerra fue la verdad, cuya tergiversación era utilizada como arma de guerra psicológica. No sé cuánto tiempo más podremos mantener que los alemanes están matando judíos en cámaras de gas. Es una mentira grotesca, como la de que los alemanes en la I Guerra Mundial fabricaban mantequilla con los cadáveres de sus enemigos... Se trata de una mentira que puede poner en peligro nuestra propaganda. Ésta fue la respuesta del jefe de la propaganda británica a Winston Churchill, desaconsejándole firmar dicha acusación contra Alemania, propuesta por el P.W.E., departamento inglés responsable de la guerra psicológica. La idea fue recogida inicialmente según los rumores propagados por polacos y judíos en Agosto de 1942. El Foreign Office enseguida se dió cuenta de que se trataba de una mentira, pues los polacos y los judíos siempre estaban mintiendo para predisponer a Inglaterra contra Alemania. No obstante el P.W.E. decidió utilizar y ampliar estas historias como base en la guerra propagandística contra los alemanes. Es dentro de este contexto de guerra psicológica y de propaganda de atrocidades en el que hay que enmarcar la historia de Anne Frank.Como parte del programa de evacuación de los judíos de Europa occidental, la niña de 14 años y otros miembros de su familia fueron trasladados por tren de Holanda al campo de trabajo de Auschwitz-Birkenau (actualmente en el sur de Polonia). Varias semanas más tarde, ante el avance del ejército soviético –junto a otros muchos deportados judíos– fue evacuada en ferrocarril de Auschwitz más de 400 kms. en dirección occidente, al campo de Bergen-Belsen en Alemania del Norte. Fue allí donde junto a otros compañeros del campo, Anne cayó enferma de tifus, enfermedad de la que murió a mediados de Marzo de 1945. No fue ejecutada ni asesinada. Anne Frank pereció al igual que millones de no-judíos en Europa durante los meses finales del conflicto, como otra víctima indirecta de la guerra más devastadora. Su padre, Otto Frank, cayó igualmente enfermo de tifus y fue transferido por los alemanes a la enfermería del campo de Auschwitz, donde se recuperó. Finalmente formó parte de los miles de judíos que débiles o enfermos quedaron allí al abandonar los alemanes el campo, cuando en Enero de 1945 los soviéticos arrollaron el mismo. Otto Frank murió en Suiza en Agosto de 1980. Pero si la política alemana hubiera sido realmente la de asesinar a Anne Frank y a su padre, nunca hubieran sobrevivido a Auschwitz. Su caso, todo lo trágico que se pueda considerar, no merece ser falseado por intereses políticos y económicos. La pretensión de la a sí misma autotitulada Plataforma pro Calle Anne Frank, proponiendo para esta calle –Séneca– el nuevo nombre de Calle Anne Frank, con una breve anotación que remarque su condición de símbolo de las víctimas del Holocausto no se tiene en pie, como veremos. Mayores sospechas nos asaltan, lógicamente, al estudiar el pleito en que se enzarzaron el conocido escritor judío estadounidense Meyer Levin y el padre de Anne Frank. El juicio transcurrió entre 1956 y 1958 ante el County Court Housede la ciudad de Nueva York, obteniendo el demandante Meyer Levin un fallo a su favor que condenaba a Otto Frank a abonarle una indemnización de 50.000 dólares de la época por "fraude, violación de contrato y uso ilícito de ideas"; el pleito, que se arregló privadamente después de la sentencia por obvio mútuo interés, versaba sobre la "dramatización escenográfica" y venta del "Diario". El juez, asímismo judío, era Samuel L. Coleman, quien dictó sentencia en el sentido de que Otto Frank debía pagar a Meyer Levin "por su trabajo en el diario de Anne Frank". Para cualquier interesado, todo lo referente al caso Levin-Frank está archivado en la Oficina del Condado de Nueva York (N. Y. County Clerk's Office) con el número 2241-1956 y también en el New York Supplement II, Serie 170, y 5 II Serie 181. Así pues, la sentencia del juez –y juez judío– en el sentido de que el autor del Diario es Meyer Levin y no la niña, existe. Lo que interesa hacer notar es que de la lectura de la numerosa correspondencia privada de Otto Frank y de Meyer Levin que fue aportada al juicio como prueba de las partes, surge la grave presunción "juris tantum" de que el "Diario" "es substancialmente una falsificación", y que el autor material de esa falsificación fue el igualmente judío Meyer Levin. Levin, en legítima defensa de sus derechos de autor, además de demandar al señor Frank por cuatro o cinco millones de dólares por su labor de parafrasear el manuscrito "para el fin que tenía que cumplir...", pleiteó igualmente contra el productor de cine Kiermit Bloombarden, pues en la película –del mismo título que la obra– aparecen también escenas escritas por él y que no estaban contenidas en el Diario original. Meyer Levin había sido corresponsal en España durante la guerra civil de 1936 a 1939 y más tarde enviado de la Agencia Telegráfica Judía durante los enfrentamientos con los palestinos entre 1945 y 1946. La Enciclopaedia Judaica le reconoce como "el primer escritor en poner en escena el Diario de Anne Frank (1952)" (Vol. 11, pág. 109).

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