viernes, 30 de mayo de 2014

El Mito del Abuelo "Judío" de Hitler

Otros han puesto al "abuelo judío" de Hitler en el limbo, la difamación más reciente de la incansable Máquina de la Mentira,
El HOMBRE estaba en lo correcto, mientras más enorme y absurda es una mentira, más rápido captura la imaginación pública y es creída, y es más difícil de disipar, veamos uno de los mitos mas absurdos..

No es cuestion de investigar todas las Grandes Mentiras que han sido propagadas sobre Adolf Hitler, el nacionalsocialismo y el Tercer Reich, sino más bien concentrarnos en una de las más duraderas y perniciosas de estas mentiras: la de que Hitler era de ascendencia parcialmente judía.
...pues las grandes masas de personas en el fondo mismo de sus corazones tienden a estar corrompidas más bien que ser deliberadamente malas, y que, por lo tanto, en vista de la simplicidad primitiva de sus mentes, ellos caen más fácilmente víctimas de una mentira grande que de una pequeña, ya que ellos mismos mienten en pequeñas cosas, pero estarían avergonzados de mentiras que fueran demasiado grandes. Tal falsedad nunca entrará en sus cabezas, y ellos no creerán que alguien fuese capaz de tal descaro monstruoso y falsedad infame; sí, aun cuando estén informados sobre el asunto, ellos dudarán mucho tiempo y vacilarán, y seguirán aceptando al menos una de las afirmaciones como verdadera. Por lo tanto, de incluso la mentira más insolente siempre algo permanecerá y se mantendrá... (Mein Kampf, Libro I, cap. X).



Es una de las crueles ironías de la Historia —aunque quizás no unainesperada― el que habiendo expuesto y denunciado la técnica de la Gran Mentira ante el mundo, Adolf Hitler mismo se convirtió en el sujeto de un montón entero de falsedades y calumnias.

Hay una serie de variaciones del mito "Hitler era en parte judío", que generalmente tienen dos cosas en común: 1) la mayoría de ellas se basa en la acusación de que el abuelo paterno de Hitler era un judío, y 2) todas han sido completamente desacreditadas por las pruebas documentales disponibles. Que esa acusación sea todavía hoy repetida es una evidencia del odio duradero y apasionado que los enemigos de Adolf Hitler todavía conservan hacia él, incluso ahora, décadas después de su muerte. Al mismo tiempo, es un ejemplo clásico del desprecio por la verdad que muchos historiadores anti-Hitler del Sistema muestran cuando hablan de la época nacionalsocialista en Europa.


De hecho, la familia Hitler, incluso el abuelo paterno de Adolf Hitler, es de un linaje ario intachable. Por medio de los archivos de nacimientos, muertes y matrimonios conservados por la Iglesia católica, es posible remontar a los antepasados de Hitler a cientos de años.


La familia, que vivió desde tiempo inmemorial en Austria Superior, era de un sólido origen campesino alemán, y los antepasados inmediatos de Hitler eran todos pequeños granjeros o artesanos. (La excepción notable a esto, por supuesto, fue el padre de Hitler, Alois Hitler, que era un funcionario comisionado en el servicio austriaco de aduanas). La ortografía y la pronunciación del apellido como "Hitler" es un desarrollo bastante reciente. Las versiones más antiguas incluyen "Huettler" y "Hiedler", siendo la primera el apellido original del cual se derivaron las otras formas [El nombre puede derivarse de "Huette", la palabra alemana para "choza"] (1).


(1). Para una buena discusión de la familia de Hitler, y especialmente de los antecedentes inmediatos de Adolf Hitler, vea Bradley F. Smith, "Adolf Hitler: His Family, Childhood and Youth", capítulos 1 y 2, passim, Hoover Institution Publications, Stanford, California, 1967.


La única irregularidad en la ascendencia de Hitler fue la ilegitimidad de su padre. Por cuanto él nació fuera del matrimonio, Alois Hitler llevó el apellido de soltera de su madre, María Anna Schicklgruber, durante una buena parte de su vida. Incluso después de que su madre finalmente se casó con [el padre de Alois] Johann Georg Hiedler, Alois conservó el apellido Schicklgruber. No antes de que él tuviera 39 años él reclamó su apellido apropiado, que él deletreó y pronunció en la manera que el mundo ha venido a conocer: ¡Hitler!.


Pero esta ilegitimidad en sí misma no es significativa o aún inusual. Como el historiador anti-NS Bradley F. Smith nota en su libro bien investigado y generalmente imparcial, "Adolf Hitler: Su Familia, Infancia y Juventud":


«A pesar de que la ilegitimidad era mal vista por las autoridades, sobre todo por la Iglesia Católica, era común en los campos austriacos. En algunos distritos, el 40 por ciento de los nacimientos era ilegítimo. La cifra para Austria Inferior en 1903 era todavía del 24 por ciento. Un hijo natural en una casa campesina, por lo tanto, no era un fenómeno extraño...» (p. 20).


Inusual o no, la ilegitimidad de Alois ha servido como una base fáctica de extrema importancia para aquellos que procuran difundir la falsedad de que Hitler tenía un abuelo judío.




Las Primeras Calumnias


Como cualquiera que tenga una experiencia de primera mano en el movimiento racialista sabe, es una práctica común de los judíos mismos intentar de vez en cuando desacreditar a prometedoras personalidades anti-judías esparciendo rumores falsos de que este o aquel líder es realmente un judío, o un homosexual, o un comunista o un agente del gobierno. En efecto, con difamaciones de esta clase incluso algunos individuos dentro del movimiento racialista intentarán menoscabar a sus rivales políticos.


Adolf Hitler fue el objetivo de tal secreta y despreciable oposición desde dentro del Movimiento, al menos tan temprano como en Julio de 1921. Una camarilla de miembros del NSDAP que evidentemente sintieron que Hitler no estaba capacitado para conducir el Partido comenzó una campaña de rumores de que él era de ascendencia judía.


Como es siempre el caso en las historias acerca de los antepasados supuestamente judíos de Hitler, estos conspiradores no tenían absolutamente ninguna evidencia documental para sus afirmaciones, y confiaron en cambio en insinuaciones falsas, sospechas infundadas y rencores. Sus esfuerzos culminaron en la circulación de un panfleto del miembro del NSDAP Ernst Ehrensperger, que dice en parte:


«Hitler cree que ha llegado el tiempo para introducir la desunión y la disensión en nuestras filas a instancias de sus sostenedores en la sombra, y así promover los intereses de la Judería y sus secuaces... ¿Y cómo está conduciendo él esta lucha? Como un verdadero judío» (Werner Maser, "Hitler: Legend, Myth and Reality", pp. 9-10, Harper & Row, Nueva York, 1971).


Aunque éste pueda haber sido el primer esfuerzo para difamar al Führer en esta manera, ciertamente no fue el último. A lo largo de los años '20 y '30 aquellos que eran hostiles a Hitler propagaron diversas variaciones de este cuento, incluso versiones que eran a menudo mutuamente contradictorias. ElDaily Mirror de Londres vanamente trató de añadir un poco de sustancia a esta mentira en Octubre de 1933 publicando una fotografía de una lápida sepulcral de un judío polaco que había llevado el mismo apellido que el Führer. Dos periódicos judíos, Forward en Estados Unidos y Haynt en Polonia, rápidamente se hicieron cargo de esto para propagar esta particular historia posteriormente, siendo la implicación de esto que el judío difunto ¡era el abuelo de Hitler!.


Sin embargo, ya que este judío específico había nacido en 1832, él era sólo cinco años más viejo que el padre de Hitler, lo que significaba que él no podía haber sido el hombre que engendró al ilegítimo Alois [es decir, a menos que el judío en Polonia engendrara al padre del Führer en Austria a la edad de cinco años].


Así, la primera historia del "abuelo judío" fue puesta a descansar (Werner Maser, "Hitler: Legend, Myth and Reality", p. 10).


El infame propagandista anti-nacionalsocialista Konrad Heiden [Munich 1901 - Nueva York 1966], él mismo en parte judío, también sugirió en sus venenosas biografías de Hitler, publicadas en 1932 y 1936, que el Führer era de ascendencia judía.


Heiden afirmó de manera infame que Hitler era un Teppichfresser, un "mascador de alfombras" (*). Todos los historiadores descartan hoy sus libros como estupideces, entre ellos "Der Führer. El Ascenso de Hitler al Poder" (Boston, 1944), "Hitler: Una Biografía" (en dos volúmenes, 1936-1937, Zürich), "Nacimiento del Tercer Reich" (Zürich, 1934) e "Historia del Nacionalsocialismo" (Berlín, 1932).


(*) NdelT: La misma tontería sostiene el despreciable periodista estadounidense William Shrirer en su libro "The Rise and Fall of the Third Reich", en forma de diario, donde el 22 de Septiembre anota: «Pienso que Hitler está al borde de un colapso nervioso. Y ahora comprendo el significado de una expresión que miembros del Partido usaban cuando nos sentamos a beber en el Dressen anoche. Ellos hablaban del "Teppichfresser", el "come-alfombras". Al principio no lo entendí, pero luego alguien lo explicó en un susurro. Ellos decían que Hitler había estado teniendo una de sus crisis nerviosas últimamente y que en días recientes éstas habían tomado una forma extraña. Cada vez que él violentamente alude a [Edvard] Benes o a los checos, se arroja al suelo y masca el borde de la alfombra, y de aquí la alusión. Después de verlo esta mañana, puedo creer eso». Pero este pobre idiota mitómano y crédulo ignoraba que el chisme de Hitler comocomedor de alfombras era simplemente una mala interpretación, puesto que algunos periodistas franceses habían apodado a Hitler como "Teppichfresser" porque éste solía caminar hacia adelante y hacia atrás durante sus discursos. Los periodistas pensaron que por desplazarse tanto él destruiría muchas alfombras. Así es como surgió el apodo.


Aunque estos libros fueran altamente considerados en círculos hostiles al Movimiento, esta particular mentira fue correctamente juzgada como demasiado improbable para ser tomada en serio y fue generalmente desestimada (Werner Maser, op. cit., p. 12).




La Gran Mentira de Hans Frank Refutada


Por extraño que parezca, la versión más persistente del mito no fue ampliamente publicitada sino hasta 1956, mucho después de la muerte delFührer, con la publicación de "Hitlers Jugend: Phantasien, Luegen und die Wahrheit" (La Juventud Hitleriana: Fantasías, Mentiras y la Verdad) de Franz Jetzinger. Mientras que las tentativas anteriores de estigmatizar a Hitler acusándolo de ser en parte judío simplemente tomaron la forma de rumores infundados que eran tan carentes de documentación según estaban alejados de la realidad, Jetzinger al menos hizo algún esfuerzo para respaldar su caso.


Bradley Smith resume las acusaciones de Jetzinger:


En la edición alemana de su libro Hitlers Jugend (págs. 28-35), y sobre todo en el posterior resumen inglés, Hitler's Youth (págs. 19-30), Jetzinger sostiene, con entusiasmo creciente, que el padre de Alois Hitler era realmente un judío de Graz de apellido Frankenberger...


La única fuente de Jetzinger para estos sorprendentes argumentos es el libro "Im Angesicht des Galgens" (Ante la Horca), escrito por Hans Frank, antiguo abogado nacionalsocialista y Gobernador General de Polonia, mientras esperaba la ejecución en Nuremberg.


En un relato plagado de errores demostrables (que fueron expuestos en parte por la propia investigación de Jetzinger) Frank declara que hacia el final de 1930 él fue a Austria por órdenes de Hitler para investigar una amenaza de revelación de un presunto antepasado judío del Führer.


Hans Frank afirma que en Graz él se enteró de que la madre de Alois había sido empleada por la familia judía Frankenberger, que ella había quedado embarazada mientras estaba en su empleo, y que la familia le pagó un dinero de apoyo en años posteriores sobre la presunción de que el padre del niño era el joven Frankenberger... La narrativa de Frank es vaga y carece de evidencia que la confirme. Él sostiene que existían ciertas cartas para apoyar su historia, pero ni él ni nadie más ha sido capaz alguna vez de producirlas (Bradley F. Smith, "Adolf Hitler: His Family, Childhood and Youth", p. 157).


A pesar de que con toda seguridad no era su objetivo levantar otra vez el argumento del "abuelo judío", Jetzinger realizó de esta manera un servicio valioso a nuestro Movimiento, ya que su acusación incitó a otros investigadores a determinar de una vez para siempre la verdad o la falsedad del mito.


Lo que estos investigadores encontraron, por supuesto, era que Hans Frank estaba mintiendo.


El historiador y biógrafo alemán de Adolf Hitler, Werner Maser, quien es algo menos histérico en su oposición al nacionalsocialismo y a su fundador que otros escritores anti-NS, descubrió que:


«...Ninguno de los Frankenberger conocidos por haber vivido en Graz [la capital de la Austria Superior] podría haber sido el padre de Alois Schicklgruber, ni tampoco parece haber ningún rastro de algún judío alemán llevando ese apellido o cualquier variante de aquél en el siglo XIX.


«En efecto, a partir del final del siglo XV hasta una década después de la muerte de María Anna Schicklgruber, ningún judío era residente en Graz. Bajo los términos del tratado concluído el 19 de Marzo de 1496 entre el Emperador Maximiliano I y las ciudades de la región de Estiria, todos los judíos debían ser expulsados de la provincia hacia el 6 de Enero de 1497.


«...No antes de 1781, en el reinado de Joseph II, a ellos se les permitió entrar de nuevo en el Ducado de Estiria y entonces sólo durante unas pocas semanas a la vez... cuando eran admitidos en las ferias comerciales en Graz, Klagenfurt, Laibach y Linz contra el pago de una suma fija.


«Pero tan pronto como el 9 de Septiembre de 1783 los derechos de los judíos fueron nuevamente recortados, una medida que fue reforzada por regulaciones discriminatorias adicionales en 1797, 1823 y 1828. Esta situación permaneció inalterada hasta comienzos de la década de1860...» (Maser, p. 13. Vea también p. 351, f. 46).


En otras palabras, es simplemente imposible que en 1836 la abuela paterna de Adolf Hitler, María Anna Schicklgruber, pudiera haber quedado embarazada de un judío de Graz apellidado Frankenberger, antes de dar a luz a Alois Schicklgruber/Hitler, el padre de Adolf, en 1837.


Por supuesto, la verdad rara vez ha actuado como una restricción en los más rabiosos escritores anti-Hitler, como Jetzinger. Cuando en 1956 la revista alemana Der Spiegel publicó los resultados de una investigación que eran los mismos que las conclusiones de Maser, Jetzinger permaneció aparentemente impertérrito. Smith comenta:


"En el resumen inglés de su trabajo, Jetzinger descartó la historia deDer Spiegel, no por presentar nuevas pruebas sino repitiendo con un aumentado énfasis que él creía que el abuelo paterno de Adolf Hitler era judío" (Smith, op. cit., p. 159).


Es imposible averiguar hoy por qué Hans Frank dijo esta falsedad infundada e indignante. Está claro, a partir del estado confuso de su biografía (Smith, op. cit., p. 158), que él sufrió un colapso mental por la tensión que le provocaron su encarcelamiento y los procedimientos judiciales del farsesco tribunal de Nuremberg. Uno sólo puede suponer que la historia del "abuelo judío" que él relató fue producto de esta debilidad psicológica.


Está menos claro por qué Jetzinger aceptó la historia de Frank de manera tan poco crítica, sobre todo después de que fue objetivamente refutada por otros historiadores anti-nacionalsocialistas. Y es absolutamente asombroso que todavía otros historiadores continúen hasta este día repitiendo como loros tales tonterías frente a tal riqueza de pruebas sólidas que la refutan.



Alois Hitler, alrededor de los 65 años.


Escritores Anti-Hitler Ignoran la Evidencia


Por ejemplo, el historiador perteneciente al sistema Robert Waite, en un libro publicado en 1977 (aproximadamente 21 años después de la investigación de Der Spiegel), refiere la aseveración de Hans Frank de que el abuelo paterno de Hitler era judío, diciendo:


«A pesar de la reputación de Frank como "el Carnicero de Polonia", parecería haber razón para creer su historia. Él escribió sus memorias como un hombre condenado a muerte que se había convertido al catolicismo. Él escribió, en parte, para expiar sus pecados. Él no tenía ninguna razón aparente para tergiversar a Hitler o para inventar la historia» (Robert G. L. Waite, pp. 126-127, New York, 1977).


El trabajo de Waite, a propósito, se titula "The Psychopathic God Adolf Hitler", título que indica el nivel de objetividad histórica que el autor mantiene a través de todo el libro.


Otros, mientras repiten las acusaciones de Frank refutadas hace mucho tiempo, han sido menos entusiastas sobre una aceptación incondicional de ellas. Joachim Fest, en su biografía del Führer, concede que la historia de Frank es "sumamente dudosa" y que "la investigación reciente ha sacudido aún más la credibilidad de su declaración, de modo que la noción entera puede escasamente resistir la investigación" (Joachim C. Fest, Hitler, p. 15, Harcourt Brace Jovanovich, New York, 1973).


Después de afirmar esto, sin embargo, Fest se pone a especular con que Hitler mismo puede haber creído el improbable cuento de Frank y que "los descubrimientos [sic] de Frank obligaron a Hitler a dudar de su propia ascendencia". No debería sorprender que Fest no aporte ninguna evidencia para sostener esta peculiar noción.


Quizás la más ampliamente leída biografía reciente del Führer sea "Adolf Hitler" (1976) de John Toland. No haciendo caso de las investigaciones sobre la historia de Frank realizadas por Der Spiegel, Bradley y Maser —todas las cuales estaban disponibles para él—, y despreciando cualquier investigación personal en la materia, Toland dice que el padre de Alois Hitler fue probablemente un hombre de la vecindad. Hay una leve posibilidad de que el abuelo de Hitler fuera un rico judío apellidado Frankenberger o Frankenreither, y de que María Anna haya sido una empleada doméstica en dicha casa judía en Graz y que el hijo joven la hubiera embarazado (John Toland, Adolf Hitler, pp. 3-4, Doubleday & Company, New York, 1976).


Él continúa citando a Jetzinger como una fuente para esta historia, comentando que el libro de Jetzinger es "generalmente exacto". Debería ser hecho notar que Toland [1912-2004] puede haber tenido un motivo psicológico personal para desear creer el desacreditado cuento del "abuelo judío": Él mismo es un mezclador de la raza, casado con una esposa japonesa, y de ese modo él puede estar demasiado impaciente para proyectar su propia carencia de integridad racial sobre otros.


Incluso con toda su deshonestidad académica, Waite, Fest y Toland (cada uno de los cuales es al menos nominalmente ario) no comienzan siquiera a acercarse a la absurda afirmación hecha por el psicólogo judío Walter Langer.


En The Mind of Adolf Hitler (1972), Langer presenta lo que es quizá la versión más descarada e insultante de la mentira del "abuelo judío". En este análisis "psico-histórico" de la personalidad de Hitler, Langer relata una historia de la ascendencia de Hitler que sostiene que su abuelo paterno era realmente un miembro de la familia Rothschild que vivía en Viena. Él no ofrece un solo fragmento de evidencia o documentación para justificar esta notable afirmación, pero en cambio enumera "varios factores que parecen favorecer su posibilidad", entre los que incluye:


"...la inteligencia y la conducta de Alois [el padre de Hitler], así como la de sus dos hijos [Adolf y Alois hijo], está completamente en desacuerdo con la usualmente encontrada en las familias campesinas austriacas... Tal ambición y extraordinaria intuición política está más de acuerdo con la tradición Rothschild" (Walter C. Langer, "The Mind of Adolf Hitler. The Secret Wartime Report", p. 113, Basic Books, New York, 1972).


En otras palabras, Hitler era demasiado inteligente y capaz para haber provenido de un humilde origen campesino ario, y por lo tanto debe haber sido en parte judío...


...¡Qué increíble arrogancia!.


Langer, psiquiatra judío de Harvard, dice que un abuelo Rothschild dio a Hitler su brillantez; crear una Europa judenfreies, "sin judíos", FUE brillante.


Notamos antes que los primeros en difundir la patraña de que el Führer era judío fueron los opositores de Hitler dentro del Movimiento. Así, es triste pero no sorprendente que sus actuales críticos racialistas hayan tratado de dar nueva vida a esta falsedad. "Direct Action", un boletín de noticias racialista canadiense con inclinaciones nacional-bolcheviques, repitió la acusación de Hans Frank tan recientemente como en Diciembre de 1980 ("What Strasser Knew", Direct Action, N°26, pp. 10-11, Toronto, Canadá, Dic. 1980). Posteriormente hizo la acusación de que el líder SS Reinhard Heydrich era también judío en una cuarta parte, y declaró que uno de los verdaderos motivos por los que el traidor Gregor Strasser fue ejecutado en el momento del golpe contra Röhm era que él tenía "pruebas" de todo esto (Ibid., p. 11). El boletín de noticias no explica por qué Hans Frank no fue ejecutado por la SS también, si también él estaba en posesión de esta escurridiza "evidencia".




Las Mentiras Son Duras para Morir...


Las mentiras son duras de matar, sobre todo cuando ellas son deliberadamente propagadas por sinvergüenzas disfrazados como académicos o por aquellos que tienen un hacha política que afilar. Y sin embargo a veces los acontecimientos reales prestan un aura de credibilidad a lo que es falso.


La desafortunada atracción que el nacionalsocialismo ejerce sobre ciertos judíos inestables que se auto-odian y sobre semi-judíos, es bien conocida a través de todo el Movimiento.


Esto es particularmente verdadero de la grotesca y distorsionada parodia del verdadero nacionalsocialismo que ha sido etiquetada como "nazismo de Hollywood". Desde el renacimiento del Movimiento a principios de los años '60 [por George Lincoln Rockwell, 1918-1967, Comandante Naval en la 2ªGM y en Corea, y asesinado a sus 49 años], ha habido varios judíos que se han identificado tan fuertemente con el Movimiento que ellos han ocultado su ascendencia racial y se han unido a nuestras filas. En al menos tres casos, estos individuos enfermos se han elevado a posiciones de prominencia en los medios antes de ser expuestos sus antecedentes.


En el más notable de estos casos, Frank Collin/Cohn, fundador del grupo disidente que se llama a sí mismo el Partido Nacionalsocialista de Estados Unidos(NSPA), fue extensamente presentado al público por los medios de comunicación como el clásico ejemplo de un líder "nazi" que era secretamente un judío ("Immigration Records Prove Frank Collin is Jewish", White Power, N°86, págs. 4-5, George Lincoln Rockwell Party, Arlington, Virginia, Julio-Agosto 1978).


Este y otros casos similares sólo sirven para reforzar la creencia popular de que Hitler mismo era de ascendencia judía.




¿Insulto o Elogio?


Estos cuentos son propagados, por supuesto, con la esperanza de que ellos desacreditarán de alguna manera a Adolf Hitler, su Idea y su Movimiento. Los nacionalsocialistas toman tales acusaciones como un insulto, y con razón.


Aún así, en cierto modo, dichos infundios son un elogio involuntario. En el caso de grandes hombres, es completamente común entre judíos y otros desprestigiar su genealogía o reputación aria, o reclamar logros arios como propios. Ellos harían que nosotros creyéramos que Beethoven era un Negro.


Cuando los judíos y sus lacayos levantan tales absurdas acusaciones contra el Führer podemos indignarnos en apariencia, pero interiormente deberíamos sonreír.


Deberíamos sonreír porque sabemos que tales acusaciones son totalmente falsas, y pueden ser así demostradas. Pero también deberíamos sonreír porque sabemos, como nacionalsocialistas, que la memoria de Adolf Hitler pertenece no sólo a sus pocos discípulos fieles hoy sino en último término a la raza aria entera. Esto en cuanto a la vida de Adolf como un descendiente de los Rothschild.




Sólo Paula Hitler y Adolf sobrevivieron a su infancia en aquella época de alta mortalidad infantil rural. Paula Hitler nunca vaciló en su amor y lealtad a su hermano mayor. Paula escribió: "Adolf era el hijo mayor de nuestra patria austriaca" y "él siempre quiso lo mejor para Alemania" (12 de Octubre y 28 de Diciembre de 1957). En su declaración más famosa, ella escribió a los periódicos alemanes:


«¡Señores!


Nunca olviden esto: Vuestros nombres serán olvidados incluso antes de que sus cuerpos se hayan podrido en la tierra, pero el nombre de Adolf Hitler todavía será una luz en la oscuridad.
Ustedes no pueden asesinarlo ahogando su memoria en vuestros tarros de basura, y ustedes no pueden estrangularlo con vuestros sucios dedos manchados con tinta. Su nombre existe para siempre en cientos de miles de almas. Ustedes son lejos demasiado insignificantes para siquiera tocarlo.
Él amaba a Alemania, él se preocupó por Alemania. Cuando él luchó por el honor y el respeto era por el honor alemán, por el respeto para Alemania, y cuando no quedaba nada más, él dio a Alemania su vida.
¿Qué han dado ustedes hasta ahora?; ¿cuál de ustedes daría su vida por Alemania?. Las únicas cosas por las que ustedes se preocupan son la riqueza, el poder y artículos de lujo interminables. Cuando ustedes piensan en Alemania, piensan en complacer vuestros sentidos sin responsabilidad y sin preocupaciones.
Confíen en mí en esto: La total ausencia de egoísmo del Führer en palabras y hechos sólo garantiza su inmortalidad. El hecho de que la amarga lucha por la grandeza de Alemania no fuera coronada por el éxito, como ocurrió con Cromwell en Gran Bretaña, tiene mucho que ver con la mentalidad de las personas involucradas.
Por una parte, el carácter de los ingleses es esencialmente injusto, gobernado por los celos, la auto-importancia y una falta de consideración. Pero ellos nunca olvidan que son ingleses, leales a su gente y a su corona. Por otra parte, el alemán, con su necesidad de reconocimiento, nunca es, ante todo, un alemán.
Por lo tanto, a ustedes no les importa, ustedes seres insignificantes, si ustedes destruyen la nación entera. Vuestro único pensamiento guía siempre será: yo primero, yo segundo, yo tercero.
En vuestra insignificancia, ustedes nunca pensarán en el bienestar de la nación; y con aquella lamentable filosofía ¿ustedes desean impedir la inmortalidad de un gigante?».


Paula Hitler, Berchtesgaden, 1° de Mayo de 1957

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