miércoles, 7 de mayo de 2014

Gustav Hägermann..ayuda social a los debiles

Asistencia a los ancianos y débiles en la Alemania NacionalSocialista, al fin y al cabo, el valor de una obra social no se puede medir por la organización ni por el gran número de necesitados, si no por su contenido humano, por ej.. el Noreste de Berlín, uno de los distritos más poblados del Reich, en él viven 20.000 personas, familias obreras, entre ellas comerciantes, ancianos, jubilados y muchas personas que necesitan constantemente consejo y socorro, el Grupo Local de la Previsión Nacionalsocialista se encarga de la obra de auxilios Madre e hijo y en el invierno del Auxilio de Invierno. Cuando el Nacionalsocialismo llegó al Poder en Alemania en el año 1933, se encontró con dos problemas capitales de mucha gravedad, que afectaban directamente a las posibilidades vitales del pueblo. El primero era el de la estructura de la población con relación a la edad de los individuos que la componían; el segundo era el de una ruina económica sin precedentes, cuyas manifestaciones más visibles eran la desvalorización del capital ahorrado y un ejército inmenso de parados. La ruina económica fue, sin duda alguna, la consecuencia del Dictado de Versalles y de los pagos al enemigo por reparaciones, calculados a base de cifras astronómicas. La estructura de edades del pueblo alemán empezó a llamar laatención de los políticos demográficos ya antes de la Guerra Mundial, perro también ella experimentó en medida inesperada la perniciosa influencia de la pérdida de sangre causada por la guerra y de la desesperación de la postguerra. En el año 1910 la cifra de ciudadanos de 65 años para arriba importaba el 4,39 % de la población total, mientras que en el año 1934 estacifra se había elevado a 7,3 % y seguirá aumentando aún en los próximos decenios, a pesar de toda la política demográfica del Nacionalsocialismo, debido al reducido número de nacimientos durante los años de la guerra y postguerra. Ambos hechos, la estructura de edades y la miseria económica que tiene que repercutir siempre mucho más hondamente sobre los ancianos y los débiles, incapaces ya de trabajar, motivaron que el problema del seguro de vejez adquiriera cada día mayor importancia en la Alemania de postguerra. La necesidad de un arreglo general se hacía más urgente cada año. Muchas generaciones habían proyectado ya posibilidades para la solución del problema, pues el anhelo de una vejez asegurada está arraigado profundamente en el alma de todo el pueblo. Ya en la Edad Media se hicieron los primeros tanteos para su realización, tanteos que fueron a la vez las primeras formas de la previsión social. Las asociaciones religiosas fundaron hospitales para ancianos y casas de inválidos, y los gremios crearon instituciones análogas para sus artesanos ancianos; los reyes prusianos construyeron casas de inválidos para sus veteranos, y las ciudades, hospitales para sus ciudadanos inválidos. El que recorre hoy Alemania, encuentra estos primeros testigos de labor social todavía en las ciudades, orgullosas de su comunidad ciudadana, como en Luebeck el célebre edificio medieval del Hospital del Espíritu Santo, por cuyo gótico portal ha pasado cual perennal torrente la interminable legión de los ciudadanos viejos e inválidos durante muchos siglos, hasta el día de hoy. Mas todos éstos eran solo recursos nacidos de la necesidad perentoria y de la conciencia humana en sus múltiples manifestaciones. El anhelo de millones quedó también sin cumplir cuando el segundo Imperio, por sentimientos puramente alemanes, creó su ejemplar seguro social para obreros y mas adelante igualmente para empleados. Hasta que un día, después de la Guerra Mundial, en los tiempos de mayor miseria y desesperación, se inscribió modestamente, sin que se advirtiera apenas al principio, en el programa de un partido, la frase: Queremos un desarrollo importante para la previsión social para la vejez en provecho de todo el pueblo. Esta frase estaba destinada a hacer historia, pues llegó a ser el punto 15 del programa del Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista y ha llegado a ser, hace ya tiempo, programa del Estado. Las medidas tomadas entre tanto para su realización, han hecho de la nueva Alemania el primer país del mundo que no se ha conformado con la parte teórica, sino que ha llevado a la práctica resueltamente la previsión social para la vejez.En el verano de guerra de 1940 ha asistido también a los ancianos socorridos de ordinario por el Auxilio de Invierno. Los encargados del servicio, que tienen a su cargo algunas manzanas de casas, lo atienden todos los días, laborables y festivos, con inclusión de los domingos, después de cumplir con sus ocupaciones profesionales; no piden por ello remuneración alguna, su misión es honorífica y voluntaria. Estos funcionarios del Partido son los únicos que conocen a los vecinos de sus manzanas y los que pueden decidir quién está necesitado y quién es digno de auxilio, ya que en la Beneficencia libre de todos los países es la dignidad la condición para el auxilio social. Hacen sus indagaciones y mandan la solicitud para que sea ayudada la señora de tal  o cual. La una no puede ya trabajar y su pequeña renta social no le basta. La otra necesita con urgencia algo de ropa. La de mas allá quiere carbón. Después que las solicitudes han llegado a la casa del Grupo Local y se han cumplido las formalidades, empieza la entrega de los donativos. Los beneficiarios son informados y pueden recibir lo que les corresponde. Si una mujer no puede andar, va a su casa el encargado de la manzana. También él le lleva el carbón. O va en su lugar una de las muchas asistentas de la Liga Nacionalsocialista de Mujeres, que se han puesto también voluntariamente a disposición. Durante la guerra se entregan bonos, que son aceptados por todas las tiendas, en lugar del suministro directo de provisiones de boca y ropa. Una misión especial es la Distribución Nacionalsocialista de Comida. En casi toda gran ciudad de Alemania, la cocina central de la demarcación suministra a los Grupos Locales diariamente comidas calientes que se distribuyen entre los rentistas viejos y necesitados. Los unos toman la comida en el comedor mismo del grupo; los otros prefieren comerla en casa. Las encargadas trabajan sin descanso, distribuyen la comida, lavan la vajilla y cuidan de la limpieza. Durante este trabajo se ofrecen muchas ocasiones de prestar algunos favores a los ancianos en parte desvalidos. El uno quisiera mas sal, al otro le gusta una cosa mas dulce, y las mujeres de la Previsión cumplen gustosas estos pequeños deseos particulares de cada cual. Un anciano siente mucho frío en las manos en el invierno y quisiera unos guantes de lana. También este deseo puede ser cumplido. Las mujeres encargadas del auxilio hacen los guantes de punto voluntariamente, honoríficamente y como la cosa más natural del mundo .De muchas piedras de mosaico se compone la labor de un Grupo Local de la Previsión Nacionalsocialista. Los núcleos políticos, la Liga Nacionalsocialista de Mujeres y el Frente Alemán del Trabajo, colaboran con todo espíritu de compañerismo a la misma obra. Ahí está el Auxilio del Vecindario, una fecunda idea de las mujeres, que interviene siempre que se necesita el auxilio inmediato de la mujer. La Liga Nacionalsocialista de Mujeres puede poner a disposición de esta organización 2 millones de mujeres, pues tantas se han presentado voluntariamente. Algunos ejemplos de la práctica: En la demarcación de un grupo local enferma una anciana. El encargado de la manzana da parte de ello y la Previsión Nacionalsocialista pide una ayuda doméstica; ésta mantiene en orden la casa de la anciana, va a la compra y hace la comida, hasta que la enferma se puede valer de nuevo de sí misma. Todo esto se hace sin gastos y sin gran aparato, de la manera más sencilla y natural. Una anciana de casi 90 años, que ya no se puede valer de sí misma, recibe una hermana puesta a disposición por la Cruz Roja. Durante algún tiempo quedan las cosas así, hasta que la hermana de la Previsión Nacionalsocialista anuncia que la anciana tiene que ser trasladada a un asilo de ancianas. La Previsión Nacionalsocialista se pone en comunicación con el Ayuntamiento y dispone lo necesario para el traslado a uno de los muchos y buenos asilos de que se dispone. A los ancianos a quienes les es difícil andar y estar de pie, se les quita la molestia de la compra diaria. Centenares de casos análogos se presentan todos los días.

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