martes, 29 de abril de 2014

Geoestrategia Sionista..

En 2001 estalló la III Guerra Mundial, mientras sucedía, nadie fuimos conscientes de ello  pero el 11 de septiembre, un grupo terrorista del Mossad israelí, con apoyo de los servicios de inteligencia estadounidenses y de la agencia privada de seguridad de los edificios, ejecutó la demolición controlada de las Torres Gemelas, derribo encubierto tras el señuelo del impacto en las torres de dos Boeing 747 que fueron teledirigidos desde tierra, de la noche a la mañana, ese atentado de falsa bandera cambió el mundo, lo mismo que el hundimiento del Lusitania en 1915 y el bombardeo de Pearl Harbor en 1941, el 11S permitió la entrada de EEUU en una guerra de alcance mundial, pero la verdad para el pueblo norteamericano, ese rebaño de focas enfermas de obesidad mórbida y escasa intelectualidad, es lo que le cuentan la FOX, la CNN, la NBC, la ABC y el resto de los medios sionistas, que son un 96% del total, controlados todos por sólo seis familias judías.  El atentado fue atribuido a un inaudito nuevo enemigo ultrapoderoso, Al Qaeda, dirigido por un agente de la CIA  llamado Osama Bin Laden, quien había organizado la resistencia contra la ocupación soviética en Afganistán en los años 80. Bin Laden era en 2001 un hombre moribundo, afectado de cáncer de riñón a causa del cual falleció en diciembre de aquel mismo año en un hospital de la CIA en El Cairo. Dejó varios vídeos grabados y prestó así su último servicio al Nuevo Orden Mundial, más tarde, cuando fue necesaria una mayor aparición de Bin Laden en los medios, fue suplantado por dudosos dobles, la especial fisonomía de Bin Laden era irrepetible, por lo cual dejó de ser visto durante años. Osama murió oficialmente el 2 de mayo de 2011, en su supuesto refugio de Abbottabad, Pakistán. Nunca se vio su cadáver. Fue absurdamente arrojado en alta mar desde un navío norteamericano, para que nadie pudiera comprobar que su segunda muerte fue una representación. Tres meses antes del 11S, el magnate judío Larry Silverstein se quedó con las Torres Gemelas, las aseguró contra atentados terroristas y se ha forrado con el proyecto de reconstrucción de otro judío, el arquitecto Daniel Libeskind. Así son los sionistas: un buen plan geoestratégico para la implantación del Nuevo Orden Mundial Sionista debe empezar por dar buenos beneficios a los implicados. Todos recordamos a Silverstein ordenando por via telefónica: “Pull it down!”, refiriéndose al edificio WTC 7, que no fue impactado por ninguno de los aviones, pero cuyo desplome forzado era perfecto para redondear su negocio especulativo. La evidencia de que se trató de un derribo controlado la certificaron cientos de arquitectos e ingenieros de todo el mundo, los cuales analizaron meticulosamente los cálculos y la estructura del edificio, comprobando que el impacto de los aviones habría sido perfectamente asumido por la magnifica estructura de acero preparada para resistir huracanes de la máxima severidad; y que los incendios del combustible de las aeronaves resultaron absolutamente inocuos para los edificios, pues no se alcanzaron los 750 grados Celsius, como evidenció la temperatura de color de las llamas.

Después de una auténtica marea propagandística tras el atentado, el Congreso de EEUU aprobó la Patriot Act, que suspendió derechos fundamentales de la ciudadanía norteamericana. Y la base militar de Guantánamo se preparó para recibir a miles de prisioneros a los que torturar, como así fue luego y sigue siendo aún hoy, pues en 2013, la III Guerra Mundial aún está en sus prolegómenos.


EEUU se alzó en pie de guerra total contra el terrorismo a finales de 2001. Las primeras acciones de la guerra se iniciaron enseguida: EEUU invadió Afganistán so pretexto de que Osama Bin Laden andaba oculto en alguna cueva perdida en el Hindukush. En realidad, con la invasión cerraba el paso al transvase de petróleo desde Irán a China, cuyo oleoducto estaba en proyecto. Cuando los demócratas del Congreso expresaron sus protestas ante la escalada de violencia guerrera del gobierno Bush en octubre de 2001, recibieron unas cuantas cartas con ántrax que fueron bálsamo de Fierabrás para sus síntomas antipatrióticos. Después se supo que el ántrax provenía de los United States Army Biological Warfare Laboratories de Fort Detrick, en Maryland.


Siguió la invasión de Irak bajo la hipótesis de que su otrora aliado, Saddam Hussein —quien armado por EEUU combatió contra el Irán post-Sha desde 1980 a 1988— poseía armas de destrucción masiva que iba a emplear muy pronto. ¿Contra quién? No contra EEUU, a 10.000 km de distancia, sino contra Israel. Se demostró luego que no existían tales armas, que todo era otra escandalosa mentira de la CIA, mal asesorada por el Mossad. Pero el país donde se dice que Dios emplazó el Paraíso terrenal fue arrasado, todas sus riquezas culturales, destruidas o saqueadas, y aún hoy, más de una década después, no levanta el país cabeza porque los atentados terroristas se suceden a diario.


Para empujar a los aliados a la guerra por el petróleo, los atentados de falsa bandera se repitieron el 11 de marzo de 2004 en Madrid y el 7 de julio de 2005 en Londres, todos ellos ejecutados por la inteligencia del Mossad con soporte de la OTAN. 

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