viernes, 25 de abril de 2014

Nuestro derecho a la duda..


El padre del revisionismo del Holocuento no fue un neonazi, como algunos ignorantes acusan a todos los revisionistas, sino un marxista y miembro de la resistencia francesa llamado Paul Rassinier quién, él si vivió la experiencia de estar preso en un campo de concentración, no como otros cuentistas..    Toda verdad atraviesa tres fases, primero es ridiculizada, después recibe una violenta oposición, finalmente es aceptada como hecho evidente. ..Arthur Schopenhauer..El revisionismo del Holocuento tiene solo un fin, la de reinterpretar las mentiras inventadas por esa lacra para la humanidad que son esos miserables e infames individuos de esa etnia que un día salió de un desierto, sobre unos imaginativos hechos acaecidos en Europa entre los años 1941 y 1946 y que fueron tergiversados por los intereses políticos que impulsaron la creación del Estado terrorista de Israel en la región de Palestina en 1948.

La negación del Holocuento es a menudo la final de la mayoría de los estudios revisionistas, aunque  la mayoria de las veces no permiten incluir nuevas pruebas, ni forenses, ni análisis científicos, ni nada, aunque ellos, los extermicionístas siguen usando las evidencias de los documentales manipulados de hace casi 60 años,  sin embargo, esta negación sólo comprende aspectos puntuales, como por ejemplo la existencia de cámaras de gas homicidas o la cifra de seis millones de víctimas judías, no niega la existencia de campos de concentración para grupos considerados como un riesgo para el Estado en guerra.
  Rassinier dio inicio al revisionismo del Holocausto al publicar en 1950 La mentira de Ulises, que aborda el tema de los testimonios de ex-prisioneros de los campos de concentración alemanes y su vivencia en Buchenwald y Mittelbau-Dora donde estuvo preso por participar en la Resistencia Francesa. Al escribir este libro, Rassinier se ocupó de cuestionar y desmentir cada uno de los testimonios que existían sobre cámaras de exterminio en territorio alemán, sin embargo admitió su falta de autoridad moral para testificar sobre los demás campos que se hallaban tras la Cortina de Hierro, es decir, campos que se encontraban dentro de los territorios ocupados por los soviéticos en ese momento, como el deAuschwitz por ejemplo, y consideró la remota posibilidad de la existencia de las cámaras de exterminio en ese territorio. Pero tras sus posteriores investigaciones cambió su postura totalmente, afirmando que no hubo ejecuciones por gaseamiento en ningún campo. Rassinier afirmó también haber buscado durante quince años testigos de los gaseamientos sin éxito y que en los campos, además de contar con atención médica y actividades recreativas, se les remuneraba a los presos por el trabajo forzado.

En 1965, en un esfuerzo por conseguir la neutralidad histórica y política, Rassinier escribió:
Quiero que se reconozca la inmoralidad de investigar simplemente a los criminales de guerra alemanes, especialmente cuando se exagera la índole criminal de su actividad, lo cual ha ocurrido en muchos casos. Creo que, a raíz de una guerra, debería concederse amnistía general a todos los combatientes.
Paul Rassinier, 1965. 
 

Informe Leuchter e Informe Rudolf

Portada del Informe Leuchter .

El Informe Leuchter es el nombre por el cual se conoce a una investigación pericial realizada en 1988 por el norteamericano Fred A. Leuchter, quien es especialista en el diseño y construcción de equipos para ejecución en las cárceles de Estados Unidos. Este documento ha sido una de las primeras herramientas de los revisionistas del Holocausto para demostrar materialmente la falsificación de las cámaras de exterminio de Auschwitz I,Auschwitz-Birkenau y Majdanek.

La imposibilidad técnica de los supuestos gaseos y cremaciones en masa ya había llamado la atención de varios investigadores como Ditlieb Felderery Robert Faurisson, en la década de los '60s, pero aún no se había realizado un análisis científico directo a los instrumentos con los que se habrían cometido los supuestos crímenes, es decir, las cámaras de gas y los crematorios. Ni siquiera en el tiempo en que se llevaron a cabo las acusaciones se realizó un dictamen pericial sobre las armas de los supuestos delitos; en ninguno de los juicios contra los nazis se ordenó elaborar tal peritaje, necesario para cualquier proceso por homicidio.

El 25 de febrero de 1988, Leuchter viajó a Polonia con un equipo que incluía un camarógrafo, un dibujante y un intérprete polaco. Extrajo sin permiso trozos de pared y de suelo de las cámaras de exterminio y de desinsectación las cuales fueron llevadas a Estados Unidos y analizadas por el químico judío estadounidense James Roth, sin ser informado de dónde procedían para no influenciar los resultados.

La argumentación de Leuchter se basó principalmente en los siguientes puntos:

Considerando que el cianuro llega a perdurar durante siglos en argamasa y piedra, los resultados del análisis del Dr. Roth determinaron que:
Las muestras extraídas de las cámaras de desinsectación contenían una muy elevada cantidad de cianuro. En en la superficie de dichas cámaras se habían encontrado residuos de azul de Prusia.
Las muestras extraídas de las supuestas cámaras de exterminio contenían un rastro nulo o ínfimo de cianuro, careciendo la totalidad de éstas de dichos residuos de azul prusiano en su superficie.

La presentación del informe desató una persecución y juicios contra el propio Leuchter. Las organizaciones judías basaron su crítica en que éste no poseía título académico como ingeniero y habría exagerado su experiencia en lo referente a la fabricación de cámaras de gas para el gobierno estadounidense. Además se intentó desacreditar todo el informe en base a que el autor no especificó la profundidad de las muestras que extrajo, lo cual podría influir en el resultado del análisis produciendo un margen de error mayor a lo normal (aunque los residuos de HCN hallados eran 100 veces mayores en las cámaras de desinfección de ropas que en la supuesta cámara de gas). Sin embargo, el estudio fue reproducido y confirmado por el químico Germar Rudolf en el Informe Rudolf, el cual sí posee todas las acreditaciones necesarias y siguió correctamente la técnica, llegando a las mismas conclusiones que Leuchter. Su informe nunca pudo ser refutado y las autoridades alemanas optaron por encarcelarlo sin darle posibilidad alguna de defenderse de los cargos en el terreno científico.
Afirmaciones y conclusiones de los revisionistas del Holocausto

Las tres afirmaciones básicas de los revisionistas del Holocausto son:
No hubo una política oficial, un plan o una intención clara para el exterminio físico de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial

El estado alemán no tenía planificado ni llevó adelante un genocidio contra los judíos. Si bien esta afirmación no niega que individuos particulares al servicio o no del estado pudieran cometer crímenes de guerra.
No murieron seis millones de judíos durante la guerra

Esta es una cifra tremendamente exagerada y no se corresponde con la realidad. Se cuestiona que desde 1933 a 1945 hubiesen muerto más de 800.000 personas en los campos de concentración, de entre las cuales aproximadamente de entre 150.000 y 300.000 serían judíos. Parte de esta afirmación se basa en los cálculos estadísticos poblacionales de la época, de natalidad, mortalidad y migración, así como en los de los campos de concentración alemanes. Los trabajadores eran necesarios en época de guerra y hubiese sido contraproducente ejecutarlos. Por esta razón el 8 de diciembre de 1942, Heinrich Himmler, responsable máximo de todas las instalaciones de prisioneros, hizo llegar a todos los centros de internamiento una orden taxativa, conminando a las autoridades responsables a que "el índice de defunciones en los campos debe ser reducido a cualquier costo". La Cruz Roja Internacional, que tuvo acceso a los campos y los supervisó durante la guerra, informó sobre dichas defunciones.
No existieron cámaras de gas homicidas en los campos de concentración

No se refieren aquí a las cámaras usadas en la desinsectación de piojos por medio del gas Zyklon B para la ropa o los colchones de las barracas, cuya existencia es incuestionable, sino a las supuestas cámaras hechas específica y funcionalmente con el propósito de asesinar personas. Esta afirmación se basa también en los resultados de los análisis realizados en los restos de las supuestas cámaras de exterminio y que son incompatibles con lo que establece la historia oficial. Además, el director de archivos y persona a cargo del Museo de Auschwitz, el polaco Dr. Franciszek Piper, había anunciado que las cámaras de gas que se exhiben al público en el museo fueron construidas por los soviéticos después de la guerra.

Cuando la Cruz Roja entrevistó a miles de prisioneros liberados al final de la guerra, preguntándoles si habían visto "cámaras de gas", la respuesta fue universalmente negativa.

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