viernes, 18 de abril de 2014

La Doble Extorsión

Aparte de las fragilidades de la memoria, los sobrevivientes resultan hoy reverenciados como santos seculares, nadie se atreve a cuestionarlos, el término sobreviviente del Holocuento originalmente designó a quienes sufrieron el singular trauma de los ghettos judíos, los campos de concentración y los campos de trabajos forzados, el gobierno alemán de postguerra pagaba compensaciones a judíos que habían estado en los ghettos o en los campos, pero ya sabe de lo pillos que son los de esta especie depredadora, muchos judíos se fabricaron un pasado acorde con los requerimientos de este beneficio, entonces  nos preguntamos, si realmente son sobrevivientes todos los que dicen serlo, ¿a quién mató Hitler?. El número de estos sobrevivientes al final de la guerra se calcula generalmente en unos 100.000. La cantidad de sobrevivientes actualmente vivos no puede ser hoy más que una cuarta parte de esa cifra. Dado que el haber soportado los campos confiere una corona de mártir, muchos judíos que habían pasado la guerra en otros lugares se hicieron pasar por sobrevivientes de los campos. De hecho, muchos académicos han manifestado dudas sobre la confiabilidad del testimonio de los sobrevivientes. Una gran cantidad de errores que descubrí en mi propio trabajo, recuerda Hilberg, podía ser atribuido a testimonios. Aún dentro de la industria del Holocuento Deborah Lipstadt, por ejemplo, observa secamente que los sobrevivientes del Holocuento manifiestan con frecuencia haber sido examinados personalmente por Josef Mengele en Auschwitz.  La cuestión de las indemnizaciones ofrece una privilegiada aproximación a la industria del Holocuento, durante la Guerra Fría, Alemania fue rápidamente rehabilitada y el holocausto se olvidó. Sin embargo, a principios de los 1950, Alemania entró a negociar con instituciones judías y firmó acuerdos de indemnización, Alemania ha pagado al día de la fecha unos 60.000 millones de dólares. El gobierno alemán trató de compensar a las víctimas judías a través de tres diferentes acuerdos firmados en 1952. Los damnificados individuales recibieron pagos de acuerdo a la Ley Federal de Indemnizaciones. Un acuerdo por separado con Israel subsidió la absorción y rehabilitación de varios cientos de miles de refugiados judíos.  El "vocero" del dogma de fe anti-suizo fue Elan Steinberg, director ejecutivo del WJC. Su mayor función consistió en diseminar desinformación. "Terror por humillación" fue, de acuerdo con Bower, el arma utilizada por Steinberg en su ristra de acusaciones tendientes a causar incomodidad y escándalo. Los informes del OSS, frecuentemente basados en rumores y fuentes no corroboradas, que habían sido durante años descartados por los historiadores por constituir información de oídas, de pronto recibieron una credibilidad acrítica y amplia publicidad. Lo último que los bancos necesitan es publicidad negativa, explicó el rabino Singer, la seguiremos produciendo hasta que los bancos digan, basta. A fines de 1996 un desfile de ancianas judías y un hombre dieron testimonio viviente ante los comités bancarios del Congreso del mal desempeño de los banqueros judíos. Sin embargo, casi ninguno de estos testigos, de acuerdo con Itamar Levin, editor de un conocido diario económico israelí, "tenía verdaderamente pruebas de la existencia de depósitos en bancos suizos". Para aumentar el efecto teatral de este testimonio, D'Amato llamó a testificar a Elie Wiesel. En un testimonio que más tarde se citó profusamente, Wiesel expresó su consternación – ¡ consternación! – ante la revelación que los perpetradores del Holocausto intentaron saquear a sus víctimas antes de matarlas: "Al principio pensábamos que la solución final estuvo motivada tan sólo por ideología envenenada. Ahora sabemos que no quisieron simplemente matar a los judíos, por más horrible que esto pueda sonar, sino que querían el dinero judío. Cada día conocemos algo más acerca de esa tragedia. ¿No hay un límite para el dolor? ¿No hay un límite para el escarnio?" Por supuesto, el saqueo de los judíos difícilmente podía ser considerado noticia. Una gran parte del estudio señero de Raul Hilberg The Destruction of the European Jews, publicado en 1961 está dedicada a la confiscación de los bienes judíos por los nazis.  El alegato usual es que la Solución Final fue un exterminio singularmente eficiente del tipo de una línea de montaje industrial. Pero si, tal como lo sugiere la industria del Holocuento, varios centenares de miles de judíos sobrevivieron, entonces la Solución Final no pudo haber sido tan eficiente después de todo. 

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